LA CONDENA DE LA EXPECTATIVA: Por Qué La Mesura Es El Luto Anticipado De La Soledad Estratégica
La calma transmitida por la Presidenta ante la ruptura comercial entre sus socios no es diplomacia, sino el grito contenido de quien sabe que el escenario bilateral es la sentencia ineludible. México está obligado a vivir en un tiempo suspendido, donde la mesura es el disfraz del terror a la soledad.
El anuncio de que la Presidenta intenta transmitir "calma" ante la fractura entre sus socios comerciales es un lamento de la alta política. No es una estrategia elegida libremente; es la única postura posible en la encrucijada de la geografía fatal. La calma es una forma de contención poética, el verso que se repite para convencerse de que la casa no se está desmoronando, incluso cuando el cimiento cruje.
La furia de la negociación se ha dirigido a Canadá, dejando a México en la condición existencial de la espera. Esta espera no es paciencia; es el duelo anticipado. El gobierno mexicano, en un acto de aflicción política, se niega a reconocer que la ruptura unilateral de un acuerdo (el dinamitar la negociación) es una prueba de fuego para toda la arquitectura del T-MEC. Se aferra a la idea de que el acuerdo es "ley en los tres países", una verdad técnica que se disuelve ante la voluntad caprichosa del poder hegemónico.
El problema radica en la fatalidad de la Tercera Silla. Cuando la negociación se quiebra entre los dos socios, la atención se centra de inmediato en el más vulnerable. La calma de México es la retirada estratégica para evitar la confrontación directa, el intento de ser tan silencioso que no se atraiga la mirada del huracán. Este silencio ceremonial es la expresión máxima del terror: el miedo a la solución bilateral, donde el poder de la economía mayor dicta condiciones que rompen la soberanía.
En esta sima de la incertidumbre, la voz de la Presidenta se convierte en el poema de la contención. Llama a "esperar" porque cualquier otra palabra sería un acto de precipitación trágica. Se está negociando la supervivencia del acuerdo a través de un proceso de desgaste que busca forzar a Canadá a una posición de debilidad. México, con su mesura, intenta señalar su propia "adelanto" en las revisiones del T-MEC, buscando desesperadamente distinguirse del conflicto canadiense.
La conciencia soberana debe ver la calma como lo que es: el preludio del llanto o la victoria, pero nunca la solución en sí misma. La mesura es el momento antes de que el volcán estalle, cuando el cuerpo se abomba y el silencio se vuelve la única moneda de cambio.

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