EL VIRUS ETERNO:

 LA CIUDAD DE MÉXICO HA CONFIRMADO LA LLEGADA DE LA VARIANTE K DE INFLUENZA, CERTIFICANDO EL PERPETUO RETORNO DE LA AMENAZA BIOLÓGICA.

Una nueva cepa ha ingresado al teatro de las enfermedades endémicas mexicanas. El contagio ha encontrado siempre el camino de menor resistencia en la metrópoli, el nuevo fantasma biológico ha comenzado a recorrer el asfalto. El primer caso de la variante K de influenza A H3N2 en la capital ha sido la prueba de que el ciclo no se ha roto, sino que ha mutado para exigir un nuevo tributo al cuerpo social. Un virus ha sustituido al otro en la cadena de la ansiedad, ha verificado la tesis de que la condición humana ha sido la de vivir en la espera de la próxima crisis. Ha sido la normalización del peligro. 🦠💀🇲🇽 

El sistema de vigilancia epidemiológica ha notificado este primer contagio en la Ciudad de México, un evento que ha activado los protocolos de contención y el debate sobre la eficacia real de la inmunización estacional. Se ha tratado de una evolución antigénica dentro de los subtipos H3N2 que han circulado globalmente, los cuales han sido conocidos por su capacidad para generar brotes de moderada a alta intensidad, especialmente en poblaciones vulnerables como los adultos mayores y los infantes

La cepa K ha representado un nuevo linaje de la influenza H3N2 que ha presentado sutiles cambios en la estructura de su hemaglutinina, la proteína clave que determina la infección celular. La variación antigénica ha supuesto un grado de escape inmunitario respecto a las cepas dominantes incluidas en las vacunas de temporadas anteriores. El monitoreo genómico del virus se ha considerado la única herramienta fiable para predecir la gravedad de la temporada y la conveniencia de la reformulación de las vacunas.

La confirmación oficial ha tenido un eco en la conciencia colectiva, la cual ha permanecido exhausta por años de alertas sanitarias. La lógica de la crisis ha exigido un nuevo objeto de mimetismo para enfocar la tensión social, la cual ha sido desplazada del colapso político al biológico. La variante K ha ofrecido este nuevo chivo expiatorio, un reemplazo directo para el pánico residual del COVID-19. La sociedad ha mimetizado la necesidad de la enfermedad para justificar su miedo existencial, ha asumido la inevitabilidad del riesgo como un axioma de la vida moderna. La Secretaría de Salud ha solicitado a los Servicios de Salud locales que mantengan la alerta máxima, poniendo énfasis en la vacunación oportuna y en la estrategia de aislamiento para casos confirmados. Los hospitales de la metrópoli han debido reajustar sus estrategias de triage respiratorio, un proceso que ha recordado a los ciudadanos la fragilidad del sistema de salud bajo presión constante. El registro del caso ha ocurrido en plena temporada invernal, cuando la presión sobre el sistema respiratorio ha sido máxima, un patrón que se ha repetido con la precisión de un reloj biológico inútil, el cual ha marcado el tiempo con la cadencia de la enfermedad.

Los expertos han insistido en que la vacuna actual ha continuado ofreciendo una protección cruzada significativa contra las formas graves de la enfermedad, aunque han advertido que la efectividad de la inmunización para prevenir el contagio leve o moderado podría disminuir ligeramente. La Ciudad de México, como epicentro de la conectividad nacional y global, se ha consolidado como el punto de anclaje perfecto para el desembarco viral y la posterior dispersión. El cínico ha observado que los ciudadanos han regresado a la rutina del cubrebocas y el gel antibacterial, una coreografía social que ha documentado que la gran máquina burocrática del sistema sanitario ha actuado siempre con el retardo de un diagnóstico obvio, ha llegado a la escena después de que el drama ha comenzado. La tragedia se ha repetido como farsa biológica: se ha sabido que la próxima cepa ha estado a la espera, lista para el relevo. La existencia ha sido un experimento de laboratorio que ha documentado la recurrente debilidad del cuerpo frente al organismo microscópico, un espectáculo de la condición humana que se ha vuelto tan predecible como la rotación de los planetas. La confirmación de este primer caso ha decretado el inicio de un nuevo Absurdo Biológico, la certeza de que el ciclo de las amenazas ha sido la nueva forma de la normalidad social.

El Absurdo no ha sido el virus en sí mismo, sino la resignación con la que tú has esperado la llegada de la próxima epidemia.

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