LA MANO QUE DA EL SALVAVIDAS RETIENE EL TIMÓN


El titular que celebra una reunión entre el presidente Trump y el presidente Zelensky como "buenas noticias" para Kyiv es, en esencia, un ejercicio de contabilidad política. El alivio inmediato, la promesa o confirmación de una nueva ronda de ayuda militar, es sin duda una victoria táctica vital, un salvavidas que asegura la continuidad de la resistencia en el corto plazo. Sin embargo, la verdad incómoda que subyace al titular es que la mano que ofrece ese salvavidas es también la mano que retiene el timón, y el "premio real" que Kyiv ansía permanece estratégicamente fuera de alcance, por ahora.

La geopolítica no opera bajo los principios de la caridad, sino bajo la lógica fría de la transacción y la influencia. La ayuda no es un regalo; es una inversión estratégica diseñada para generar y mantener el máximo apalancamiento político. Lo que el liderazgo ucraniano desea —la garantía incondicional de seguridad a largo plazo, la membresía plena en la OTAN, o el apoyo irrestricto hasta la victoria total— representa una cesión de control. Si Kyiv obtuviera ese "premio real," Washington perdería su principal herramienta para gestionar el ritmo, la escalada y, crucialmente, el punto final de este conflicto.

El juego es un clásico de la estrategia: se administra la esperanza. Al proporcionar suficiente apoyo para evitar el colapso (la "buena noticia"), pero nunca la cantidad necesaria para asegurar la victoria absoluta o la independencia estructural (el "premio fuera de alcance"), la superpotencia se asegura de que la dependencia de Ucrania permanezca aguda y constante. Esto garantiza que cualquier negociación futura o cualquier giro dramático en la estrategia militar requiera, en última instancia, la aquiescencia de Washington.

Lo que Zelensky ganó en la reunión no es la certeza del triunfo, sino la certeza de la supervivencia condicional. Esto es un triunfo diplomático en un contexto adverso, sí, pero también es una cruda lección sobre los límites de la soberanía en la era de los bloques de poder. El presidente Trump, siguiendo la escuela de la negociación basada en la fuerza, ha utilizado la ayuda como una variable ajustable, un termómetro que mide la conveniencia de la escalada o la desescalada en función de los intereses de su política interna y externa.

El verdadero desafío de Kyiv no es simplemente luchar contra la agresión externa, sino navegar la peligrosa diplomacia de la dependencia. Mientras el "premio real" permanezca suspendido, como una zanahoria estratégica, la mesa de negociación final estará siempre bajo el control de quienes financian la guerra. La historia enseña que la ayuda más generosa es a menudo la más cara en términos de soberanía.

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