Cuando el Mundo te Da con Queso
Por El Vagabundo de la Prosa
"Escribe como si te estuviera contando la verdad a la cara, sin anestesia."
Hay un tipo de gente que siempre está ahí, en la esquina de la barra o en la mesa de al lado, con esa sonrisa que no llega a los ojos. Son los que te la quieren dar con queso. Esos que te venden la historia de su vida como si fuera una epopeya de superación cuando, en realidad, es solo una colección de pequeños actos de mierda y de oportunismo. Gonzalo Maier, con sus palabras, es como el tipo que se sienta a su lado y anota todo lo que dicen, cada gesto, cada pequeña mentira, y luego se va para escribirlo todo, sin adornos ni piedad.
No hay nada glorioso en esto. Es la realidad. El mundo está lleno de estos personajes. El que se hace el bohemio, el que pontifica sobre ética y moral, el que te habla de su último viaje a la India como si fuera un gurú. Todos tienen algo en común: el queso que te ofrecen es una distracción. Un pedazo de mierda blanda para que no mires el vacío que tienen por dentro. La obra de Maier es un manual para aprender a ver ese vacío. Es un recordatorio de que la farsa no solo está en la televisión o en la política, sino en la fila del supermercado, en la oficina, en la familia.
Maier no usa una prosa bonita. No hay metáforas grandilocuentes. Escribe como si te estuviera contando la verdad a la cara, sin anestesia. Es una patada en los huevos de la hipocresía. Te hace darte cuenta de que, en este juego, todos hemos sido, en algún momento, el que ofrece el queso y el que lo acepta. Porque es más fácil. Es más cómodo vivir en una mentira compartida que en una verdad solitaria. Pero Maier, en su prosa, nos obliga a ver la realidad. Y la realidad es que somos una colección de impostores, intentando pasar por la vida sin que se den cuenta.
Así que, al final, no hay salvación, no hay redención. Solo hay la cruda realidad de que el mundo es una gran puta, y todos tenemos un papel en su farsa. El libro de Maier no es para sentirse bien; es para sentirse un poco más honesto, para tener la mirada más afilada. Para que la próxima vez que te ofrezcan un poco de queso, sepas de dónde viene, y por qué.
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