El Funk, el "Flaite" y la Muerte de la Dignidad
Por El Artista del Maullido
"No me digas que me quieres, cuéntame el chiste."
Hay días en los que desearía que el mundo fuera como una caja de crayones: simple, con etiquetas claras y colores que no se mezclan. Pero no es así. Y el universo, en su infinita crueldad, lo demuestra lanzando titulares como: "El funk de Los Tetas regresa con 'Flaite elegante'". Es una frase que debería ir en un cuadro, enmarcada con billetes de quinientos falsos, justo al lado de una obra de arte conceptual titulada "Mierda de perro en una alfombra persa".
¿“Flaite elegante”? ¿Han perdido el puto sentido del humor? La única forma en que esa frase funcione es si estás bebiendo champaña en una lata, o si tu esmoquin tiene un agujero de bala en la solapa. Es el tipo de oxímoron que solo puede existir en una sociedad que está tan desesperadamente confundida con su identidad que decide mezclar lo marginal con lo sofisticado, como si mezclar kétchup con un buen vino fuera una genialidad. Es la manifestación de una clase social que se siente culpable de su privilegio y busca redención en la estética de la calle, sin mancharse los zapatos.
El “flaite” es un invento cultural tan nuestro como la empanada, el terremoto y la dictadura. Nació en los barrios, en los campamentos, en el Chile que mira de lejos a la cordillera. Se forjó con la rabia, la falta de oportunidades y un ingenio afilado como una navaja. Era el grito de un sistema que no funciona, el baile en la cara de la autoridad y la dignidad a patadas. Un flaite no necesita ser elegante, porque su fuerza reside en su autenticidad cruda, en su resistencia a aspirar a una normalidad que lo ha rechazado. Su lenguaje es un arma, su estilo un escudo, su música un desafío. Era el verdadero punk de nuestras calles.
Pero de repente, llegan Los Tetas, le ponen "elegante" al "flaite", y toda la magia se va a la mierda. Es como cuando la contracultura se vuelve una línea de ropa en H&M. ¿Se imaginan a los punks vendiendo chaquetas con tachas hechas en una fábrica de niños? Pues es lo mismo. Es una castración creativa que toma un símbolo de resistencia y lo convierte en una moda efímera. La música, que una vez fue el grito de la calle, ahora se está vendiendo como un producto de lujo para que la gente de clase media lo consuma y se sienta subversiva por un momento, sin asumir los riesgos que conlleva ser de verdad. Es el equivalente cultural a un safari de la pobreza, donde te ríes de las mismas cosas que te aterrorizan en la vida real.
Lo que Los Tetas están haciendo es una autopsia en vivo. Están tomando un cadáver, el del "flaite" auténtico, y lo están maquillando para el funeral. Le ponen un traje de marca, un reloj costoso, y le llaman "elegante". ¿Pero no ven que lo están matando? La esencia de lo "flaite" es su falta de aspiración a ser otra cosa. Es serlo con orgullo, con todos sus defectos y virtudes, sin pedir permiso. Al vestirlo de "elegante", lo están homologando, lo están domesticando. Lo están obligando a entrar a la fiesta de la que siempre fue el invitado no deseado.
No se confundan. No me quejo de la música en sí. Me quejo de la traición a un ideal. Lo "flaite" siempre fue sobre la irreverencia y la honestidad, sobre no esconder quién eres. Pero al ponerle la etiqueta de "elegante", el "flaite" se vuelve un disfraz. Se vuelve una performance, un chiste que ya no da risa. Es un recordatorio de que en el capitalismo, todo, incluso la rebelión, puede ser empaquetado y vendido.
Estamos en un punto en el que el mercado devora todo lo que le es ajeno. El "flaite elegante" es la prueba de ello. Es la última victoria del sistema. ¿Quieres ser rebelde? No hay problema, te venderemos un paquete de rebelión. ¿Quieres sentirte como si estuvieras en la calle? Aquí tienes un disco con un título que te hará sentir transgresor, sin tener que pisar la calle. Es la ilusión del peligro, sin el peligro real.
Así que, sí, Los Tetas están de regreso. Y con ellos, la muerte definitiva de la dignidad, vestida con un traje de marca y escuchando funk en un auto deportivo robado. Es un circo, y nosotros somos la audiencia. ¿Están listos para el show? Porque yo sí, con mi lata de cerveza en una copa de cristal. Es lo que se debe hacer cuando la elegancia se encuentra con el humor negro.
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