EL VEREDICTO DE LA SILLA VACÍA: Argentina y el Congreso que Decidirá si el Sistema Sobrevivió a Milei
Mi observación, la de quien disecciona la retórica del poder, identifica en esta contienda una Disolución del Mandato Original. Este acto electoral, disfrazado de rutina legislativa, es un referéndum existencial: la validación o el desmantelamiento de la agenda anti-casta. El presidente, al buscar desesperadamente una mayoría funcional, intenta utilizar los mecanismos del viejo sistema que juró obliterar.
El resultado de esta noche definirá una de dos precariedades: si el oficialismo logra una masa crítica de escaños (un bloque de contención estratégico), el ajuste y las reformas de base se implementarán con la velocidad de un bisturí. Si, por el contrario, la oposición se atrincheriza en una minoría de bloqueo reforzada, el gobierno quedará condenado a la tiranía del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), sumergiéndose en una ingobernabilidad perpetua.
Aquí se manifiesta la Patología Estructural de esta sociedad: La Anestesia Colectiva. El ausentismo no es pereza, es la manifestación de una profunda alienación programada. El ciudadano ha renunciado a la representación porque percibe la política como un conflicto auto-referencial irresoluble. Esta apatía de baja intensidad es, de hecho, el Agujero Negro del Poder. El pueblo, agotado por la dialéctica de la catástrofe entre el oficialismo y el peronismo, prefiere el silencio a la confrontación inútil en las urnas. La elección no es un ejercicio democrático de construcción, es una prueba de fatiga donde la única certidumbre es la erosión continua del capital político.
Este pulso argentino es un presagio para el hemiciclo continental. Las sociedades, polarizadas hasta el límite, se fragmentan en bloques de veto. La obra política ya no se construye, solo se anula.
El país navega hacia un horizonte de precariedad legislativa endémica, donde la segunda mitad del mandato presidencial se definirá por la capacidad de eludir al Congreso, no de convencerlo.
La dinámica de la política en Iberoamérica migrará de la hegemonía de la mayoría a la dictadura de la minoría organizada. La capacidad de paralizar o vetar al adversario se convertirá en la métrica suprema del poder, convirtiendo la gestión de gobierno en un ejercicio de negociación constante con la parálisis estructural.
¿Si el único pacto que crece es el de la negación y el vacío, hemos renunciado a la soberanía del voto, o es este el fin del ciclo de los grandes relatos ideológicos?


