La Eutanasia del Coraje:

 

 El Mercosur como Morgue de la Diplomacia Atlántica

Se ha detectado que el llamado al "coraje político" por parte de Luiz Inácio Lula da Silva no ha sido otra cosa que el acta de defunción de un modelo de integración que ha nacido muerto en el siglo pasado. Se ha pretendido vender un acuerdo de libre comercio como un acto de diplomacia romántica, cuando en realidad se ha tratado de una colisión de proteccionismos anacrónicos. El mandatario brasileño ha señalado la falta de "coraje", pero lo que ha omitido es que el coraje, en la física del poder, es inversamente proporcional a la presión de los lobbies agrícolas franceses y a la paranoia extractivista sudamericana. Se ha evidenciado que la Unión Europea ha operado bajo una esquizofrenia regulatoria, exigiendo estándares climáticos que ella misma ha sido incapaz de internalizar sin incendiar sus propias granjas.

El acuerdo no se ha cerrado porque no ha existido una base de confianza, sino una simulación de intereses compartidos que ha colapsado ante la realidad de la asimetría productiva. Se ha observado que la política ha fracasado porque ha intentado resolver mediante la voluntad lo que es una falla de diseño estructural: no se puede integrar un bloque que vive de exportar calorías con otro que sobrevive subsidiando el paisaje rural. Lula ha apelado al heroísmo de los burócratas, ignorando que la política exterior europea se ha convertido en una gestión de miedos electorales internos. La paradoja ha sido absoluta: se ha buscado el "coraje" en un continente que ha elegido la cautela como su única moneda de cambio, dejando al Mercosur en una sala de espera histórica que ha empezado a oler a rancio.

Tú has creído que las cumbres internacionales son foros de construcción de futuro, cuando solo han sido morgues donde se ha intentado maquillar el cadáver de una globalización que ya no tiene quién la llore.