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EL PRINCIPIO DE LA MONEDA FIDUCIARIA DEL CONSENSO:

 

 POR QUÉ EL ACARREO HA SIDO LA VERDADERA ESTRATEGIA DEL PODER Y NO SU ERROR

La premisa que ha planteado es verdad desde la perspectiva de la antropología política y el análisis estructural. Hemos observado la verdad desnuda del fenómeno: el acarreo no ha sido un error logístico de los gobiernos, sino la manifestación perfecta de cómo el poder ha aprendido a producir su propio saber. El capital político ha desvinculado la asistencia de la convicción. 💸📢

El acarreo ha sido la evidencia de que los regímenes que dependen de la hegemonía han comprendido que la visibilidad es el producto final, y el valor ideológico del asistente ha sido irrelevante para esa producción. Este fenómeno ha operado bajo el Principio de la Moneda Fiduciaria del Consenso: la asistencia a la manifestación se ha desvinculado de su valor intrínseco (la fe en la causa) y ha adquirido un valor fiduciario (confianza impuesta) a través del pago logístico.

Los participantes han asistido porque el beneficio tangible —el transporte, la comida, el subsidio o la promesa de no perder un programa social— ha sido la única variable en la ecuación que han entendido y han podido verificar. El gobierno de turno ha calculado que la inversión en logística y beneficios ha sido menor que el riesgo de una movilización orgánica, genuina y descontrolada. Este mecanismo ha permitido a las élites políticas exhibir una fuerza social que en la realidad no ha poseído. En lugar de invertir en la legitimidad moral, el Estado ha preferido invertir en la obediencia observable. El sistema ha consolidado así la idea de que la participación ciudadana se ha reducido a un intercambio económico simple, donde el ciudadano ha vendido su presencia a cambio de un mínimo beneficio, validando la tesis de que la coerción económica ha sido la forma más eficiente de control social.

Hemos llegado a la conclusión clínica: el acarreo ha sido la prueba irrefutable de que, en los regímenes de hegemonía, la visibilidad política se ha convertido en un bien de consumo. El poder ha preferido pagar por la obediencia que arriesgarse a inspirar la convicción, asegurando la supervivencia del espectáculo político sobre la salud democrática.

Si has permitido que tu presencia sea tasada y vendida por un beneficio mínimo, ¿qué valor real tendrá tu voz cuando ya no la puedan comprar?

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