LA MALDICIÓN DEL INICIO: POR QUÉ EL LÍDER EXIGE COSECHA SIN INVERTIR EN LA TIERRA DE LA INFANCIA
El líder pide más nacimientos. Exige que el ciclo de la vida se acelere y que el jardín de la nación se llene de nuevos brotes. Pero nosotros, que observamos la sabiduría de los ciclos, sabemos que no se puede exigir la flor sin abonar la tierra. El mandato de tener más bebés no es un llamado a la prosperidad; es una maldición impuesta cuando el ecosistema social no ofrece ni refugio ni sustento. Es una fantasía política divorciada de la dura, tangible realidad del cuidado.
El costo de la vida no es metafórico; es una carga financiera que el gobierno de Donald Trump, al igual que los críticos señalan, se niega a mitigar. El líder confunde el deseo demográfico con la voluntad social. La voluntad de tener un hijo se estrella contra la realidad del mercado y la ausencia de una red de seguridad.
El viaje de la paternidad en Estados Unidos no comienza con el heroísmo, sino con la deuda. El declive es claro: la tasa de natalidad en EE. UU. ha caído a mínimos históricos, situándose en 1.62 nacimientos por mujer (muy por debajo de la tasa de reemplazo de 2.1). Esta tendencia no se revierte con retórica; se revierte con estructura.
El costo promedio de criar a un niño hasta los 18 años en EE. UU. (excluyendo la universidad) supera los $310,000 USD. Este número opera como el primer guardián que detiene a las familias, especialmente a las más jóvenes.
El problema central es la desconexión entre el mercado laboral y la necesidad biológica. Estados Unidos sigue siendo la única nación industrializada que no garantiza a nivel federal una licencia de paternidad o maternidad remunerada. El promedio de los países de la OCDE ofrece 16 semanas de baja pagada; el sistema estadounidense exige a los nuevos padres que elijan entre el cuidado y la subsistencia.
El costo del cuidado infantil (guarderías y niñeras) a menudo excede la renta o hipoteca mensual. Según estudios, en 2024, el gasto en cuidado infantil representaba más del 20% de los ingresos de una familia promedio. Sin apoyo, la decisión de tener hijos se convierte en una renuncia forzada a la estabilidad económica.
El líder promete gloria, pero sus políticas fiscales y sanitarias (que a menudo buscan desmantelar el apoyo existente) solo garantizan que la carga del viaje recaiga totalmente sobre los hombros del individuo. Es la falta de ecología social lo que genera la esterilidad demográfica. No es la falta de deseo; es la falta de una aldea que sostenga a los nuevos integrantes.
Si el líder no puede proveer el camino, el mito de la prosperidad se rompe y el ciclo se detiene. El líder no entiende que la vida es una red, no una cima solitaria. Exigir la expansión demográfica mientras se desmantelan los puentes de apoyo es un acto de fatalismo político que condena a la niñez a nacer en un entorno hostil.
¿Cuánto tiempo más vas a creer en la promesa de un nuevo amanecer sin exigir los cimientos y los pilares para que la nueva vida se ponga en pie?

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