👑 El Gran Espejo del Poder: Macron en México y la Simulación de la Cooperación Global
El presidente de Francia aterriza en suelo mexicano y la prensa se desborda con promesas de "alianzas estratégicas" y "futuros de cooperación". ¡Pamplinas!
La verdad innegable es que esta visita oficial no es un acto de política exterior, sino una producción teatral cuidadosamente montada. Dos líderes se encuentran, no para buscar la paz mundial o solucionar el acceso al agua, sino para proyectar su propio ego nacional en el escenario global y, de paso, conseguir un poco de oxígeno mediático en casa.
Aquí no hay diplomacia. Hay cálculo puro.
El líder europeo, experto en proyectar el rostro del globalismo ambicioso, llega a una tierra que hoy se vanagloria de su soberanía y no intervención. El encuentro es, por diseño, una colisión de estilos políticos irreconciliables. Y es precisamente ese choque lo que hace tan jugosa la puesta en escena.
La visita se rige bajo la lógica de la simulación. Se hablará de inversiones en energía y tecnología, claro. Pero detrás del apretón de manos, la intención no es el beneficio mutuo equitativo, sino la proyección de poder económico francés en el patio trasero de su rival histórico. Es una movida de ajedrez en la geopolítica global. Los discursos estarán cargados de términos como "cultura" e "historia compartida", pero la semiótica del encuentro nos grita otra cosa: cada sonrisa, cada gesto, cada escenario elegido es un objeto escénico diseñado para generar la imagen de que ambos líderes controlan la narrativa. Es la política convertida en una campaña de marketing puro.
El drama de estas cumbres es que una decisión tan pequeña como elegir la fecha exacta o el país a visitar —una variable microscópica— tiene un Efecto en el tablero global. Esta visita no es solo para México; es una señal dirigida a Bruselas y, sobre todo, a Washington, diciendo: "Europa sigue jugando fuerte en el continente". La paz o el desarrollo no son el objetivo; la influencia lo es.
La verdad profunda que desentraña esta visita es la Banalidad de la Ambición Global. El acto más alto de poder en el siglo XXI no es la guerra, sino la capacidad de simular la cooperación cuando solo existen intereses. Ambos líderes necesitan este performance: uno para reafirmar su estatus global y el otro para demostrar que es un actor relevante que atrae inversiones.
Al final del día, cuando las cámaras se apaguen y los aviones despeguen, la pregunta que queda no es sobre los millones de euros acordados.
La pregunta verdaderamente cínica y pertinente es: ¿Cuánto tiempo tendremos que seguir creyendo en este teatro de la política exterior donde los líderes se miran en el espejo de la ambición mutua y venden la imagen como si fuera la solución?

Publicar un comentario