La Sátira de la Socialización Obligatoria: ¿Es la Escuela un Campo de Entrenamiento en Obediencia?

La pregunta de si el homeschooling hace que los niños tengan menos habilidades sociales es la falacia de la conformidad disfrazada de convivencia.
La verdadera interrogante es: ¿qué demonios llama el sistema "habilidad social"?
Lo que la escuela tradicional define como socialización es, en gran medida, un campo de entrenamiento en jerarquía, tolerancia al sinsentido y gestión de la toxicidad por obligación. Es el arte de aprender a ignorar a las mentes mediocres, a obedecer reglas arbitrarias y a soportar un ambiente tóxico porque "así es la vida real".
El homeschooling no crea menos habilidades sociales; expone la mentira sistémica: si el 80% de los adultos "socializados" en el sistema son incapaces de mantener una conversación profunda o manejar un desacuerdo sin recurrir al insulto o la jerarquía, entonces la escuela no está produciendo convivencia; está produciendo conformidad. La obediencia a la multitud es el único gran obstáculo a la moralidad. La mayoría solo crea conformidad, no convivencia.
El mecanismo patológico de la Socialización Obligatoria se basa en un chantaje ético: o te sometes a la masa ruidosa, o serás un marginado. Los niños educados en casa eluden esta farsa. Ellos socializan por afinidad, no por código postal o clase obligatoria. Aprenden a interactuar con personas de todas las edades y procedencias, en entornos voluntarios y con un propósito específico, lo que les enseña una habilidad social más valiosa: la autenticidad selectiva.
La arquitectura del riesgo no está en la falta de contacto, sino en la saturación de contacto inútil que consume el tiempo y la energía de la infancia. La única razón por la que el sistema teme al homeschooling es porque amenaza su capacidad de inyectar la resignación aprendida a escala masiva.
Si esta arquitectura de la conformidad sigue dictando lo que es "normal", la próxima generación no tendrá que luchar contra la falta de habilidades sociales, sino contra la incapacidad de discrepar sin pánico. La escuela no nos está preparando para un mundo de ideas; nos está preparando para un mundo de oficinas grises donde el silencio es la única virtud.
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