LA FICCIÓN COITAL: Por Qué El Orgasmo Vaginal Es Un Mito Para Subordinar El Placer Femenino

 El debate sobre el orgasmo vaginal es una distracción histórica. La ciencia y la anatomía demuestran que el clítoris es el único órgano exclusivamente dedicado al placer, y la mayoría de los orgasmos femeninos son clitorianos. La persistencia del mito sirve a una estructura de poder que busca reprimir y normalizar el deseo femenino bajo la égida de la penetración.


El concepto del orgasmo vaginal independiente no solo es científicamente cuestionable, sino que es un mecanismo de control social que ha operado durante décadas. La figura de la mujer que no logra el clímax solo con la penetración fue clasificada, en la tradición psicoanalítica, como "sexualmente inmadura". Esta categorización no era clínica, sino ideológica, diseñada para normalizar el coito como el único "final" legítimo de la relación sexual.

La Anatomía Contra La Ideología del Poder

La anatomía ha desmantelado esta ficción. El clítoris es el órgano que posee más de 8,000 terminaciones nerviosas y su única función es el placer.

La vagina, en sí misma, carece de la densidad nerviosa necesaria para generar un orgasmo de manera independiente.

La realidad, respaldada por estudios recientes, se resume así:

  1. Orgasmos Clitorianos (Directos): Son aquellos que se logran mediante la estimulación directa del glande visible del clítoris.

  2. Orgasmos por Penetración (Clitorianos Internos): Cuando una mujer alcanza el orgasmo durante la penetración (el mal llamado "orgasmo vaginal"), lo que realmente ocurre es la estimulación indirecta de la parte interna del clítoris. El famoso Punto G, que se ubica en la pared anterior de la vagina, es visto por muchos expertos como una extensión o parte del tejido interno del clítoris (crura y bulbos). Es decir, la fricción interna genera presión sobre la anatomía clitoriana interna, no sobre el tejido vaginal inerte.

La Liberación del Cuerpo

La consecuencia de esta verdad es la liberación del cuerpo femenino de una norma opresiva. El orgasmo vaginal es, por lo tanto, un mito misógino que ha generado culpa y frustración al imponer un estándar de placer que ignora la biología del cuerpo.

La crítica radical exige que se rechace esta jerarquía de placeres. No existe un orgasmo "superior" o "más maduro". La verdad del placer reside en la autoexploración y la negación de la norma coital como única vía de satisfacción. La liberación sexual comienza al entender que el clítoris es el centro de poder del cuerpo sexual.

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