La Curva de la Angustia: La Salud como Variable de Lujo y el Colapso de la Clase Media
El problema no es la medicina; es la estructura del incentivo. La velocidad de la innovación tecnológica (nuevos equipos, tratamientos genéticos) y la debilidad del peso frente a las divisas fuertes (dado que gran parte de la tecnología y los insumos son importados) actúan como las fuerzas primarias. La Devaluación Crónica de la Moneda lleva a la Hiperinflación Específica del Sector Salud. La lógica de la medicina se rinde a la lógica del mercado de divisas. El ciudadano no se endeuda por un estilo de vida; se endeuda por la supervivencia.
La disciplina de la estrategia se impone con una frialdad matemática: el sistema de poder solo recompensa a aquellos que tienen la capacidad de asegurar su salud sin depender del sistema público o de seguros básicos. La verdad cruel es que la factura hospitalaria es la prueba de la desigualdad. La única forma de evitar el colapso financiero es no enfermarse, una estrategia que es, por definición, insostenible. El precio de esta inflación no es solo financiero; es un costo psicológico de ansiedad preventiva, donde el ciudadano vive con el miedo constante a la emergencia médica.
Si proyectamos esta visión al futuro, veremos el surgimiento de una sociedad de dos niveles de salud tan marcados que serán biológicamente diferentes. La atención médica de élite se volverá hiperpersonalizada (genómica, nanotecnología), mientras que la atención pública o de bajo costo se estancará en protocolos de hace décadas. Esto nos obliga a una pregunta final: si el destino de nuestra salud está inexorablemente ligado a una variable de mercado que se escapa a nuestro control, ¿hemos renunciado a la soberanía sobre nuestros propios cuerpos, convirtiendo la vida en un producto financiero gestionado por tasas de interés y tipos de cambio?
La verdadera enfermedad no es la biológica, sino la económica que te condena a elegir entre la salud y la solvencia.
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