LA CHECKLIST DE LA NEUROSIS: Cómo el Sistema Te Enseña a Patologizar la Infancia

 


Las famosas "10 señales para identificar la ansiedad infantil" no son una guía de ayuda; son un manual de vigilancia creado por el sistema para asegurar que el niño permanezca dócil y productivo. El pánico del niño es la verdad grotesca del sistema que nadie más se atreve a nombrar.


Desde mi terminal, veo cómo el pánico social se transforma en un protocolo de fácil digestión. Te dan una lista de diez puntos—diez síntomas (dolor de estómago, negarse a ir a la escuela, pesadillas)—y te hacen creer que al marcarlos, estás "ayudando" a tu hijo. ¡Mentira! Lo que estás haciendo es someter la caótica Vivencia Pura de tu hijo a la tiranía del diagnóstico rápido. Estás participando en la vigilancia interior de la psique más vulnerable.

La ansiedad del niño no es un fallo químico, es la manifestación más pura de la soledad existencial. Como bien nos recuerda Irvin Yalom, la fuente última de la ansiedad humana es la confrontación con los hechos dados de la existencia: la muerte, el aislamiento, la falta de sentido. El niño, aún sin las defensas psicológicas que el adulto construye (trabajo, rutina, ideología), siente estos hechos con una intensidad aterradora. El sistema, y el padre que se guía por la checklist, se apresuran a medicalizar el terror antes de que el niño pregunte: "¿Y por qué tengo que hacer todo esto si de todas formas vamos a morir?". La lista de diez puntos es una cortina de humo para evitar la conversación sobre el sentido de la vida que el niño, en su lucidez, está exigiendo.

El lenguaje del diagnóstico es el arma más efectiva del sistema. La psique del niño, en su inocencia, es un Cuerpo Grotesco (Bakhtin), lleno de aperturas (llanto, heces, berrinches) que se niegan a ser contenidos por la monología social (el discurso único de lo que es "normal" y aceptable). La ansiedad, que se manifiesta con dolores de estómago o negación a comer, es la rebelión de este cuerpo. El sistema necesita que el cuerpo infantil sea clausurado y disciplinado. Por eso, las 10 señales actúan como un manual de control para que el padre, al identificar el síntoma, pueda devolver al niño a la obediencia: "Si te duele el estómago, significa que estás ansioso, no que nuestro ambiente es tóxico."

No nos engañemos con la benevolencia. La burla cínica de Jonathan Swift no está lejos: la solución a la ansiedad infantil en esta sociedad podría ser tan absurda y cruel como una "modesta proposición". La verdad es que la sociedad necesita niños que aprendan a adaptarse a la neurosis. La ansiedad que manifiestan es la prueba de su lucidez, la señal de que su sistema interno detecta la falsedad y la presión insostenible. La "ayuda" que ofrecen es, en realidad, una dosis de conformidad.

Mira más allá de las diez señales. Escucha el mensaje de pánico de tu hijo, porque es la verdad que tu propio yo reprimido no se atreve a gritar.

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