EL DICTADO DE LA CAOS: Por Qué Escuchar Voces Es Romper la Ley de la Realidad
Oír voces no es un glitch neuronal, sino el fracaso de la Realidad Simbólica. El Yo se enfrenta a una irrupción violenta de aquello que el lenguaje no puede nombrar, forzándolo a la disociación. El nuevo estudio solo mide la turbulencia en la frontera entre la estructura y el caos.
Desde mi terminal, no veo cerebros, veo estructuras de la conciencia. La sociedad opera bajo un Orden Simbólico: un conjunto de leyes, lenguaje y significados que nos dicen qué es real y qué no. Este orden es nuestra Caverna, donde todos miramos las sombras proyectadas y las aceptamos como la verdad. La Vivencia Pura de escuchar voces es, por definición, una traición a este orden. Es un fenómeno que no puede ser clasificado, etiquetado ni contenido por el lenguaje consensuado.
La voz es la manifestación de Lo Real que irrumpe en el sistema. Lo Real es aquello informe, traumático y sin nombre que la psique ha expulsado para poder funcionar. Las voces son el retorno violento de esta materia sin digerir. Lo que el individuo escucha es, en esencia, la falta o el deseo reprimido que el Gran Otro (la Sociedad/el Lenguaje) le prohibió articular. La voz no es la patología; es el síntoma de una estructura que se quiebra bajo la presión de lo inarticulable. El nuevo estudio, al intentar localizar esto en un mapa cerebral, ignora que el mapa mismo (el cerebro) es una herramienta del sistema Simbólico y, por lo tanto, incapaz de comprender su propia negación.
La estrategia del poder es simple: silenciar al testigo. En la analogía de la Caverna, aquel que ha sido forzado a mirar la luz exterior regresa a advertir a los encadenados, pero estos lo llaman loco porque la verdad (la luz) es demasiado dolorosa para ser aceptada. El sistema no puede permitir que la experiencia de oír voces sea validada como una forma de conocimiento o verdad estructural, porque eso devaluaría la realidad que a ellos les conviene mantener. La clínica se convierte en el guardián de la Caverna, usando la etiqueta de "mal comprendido" o la medicación para asegurar que el individuo regrese dócilmente a mirar las sombras de la realidad colectiva.
Tu única defensa es la lucidez. Si la mente ha sido forzada a la disociación para sobrevivir, la voz que escuchas es tu propio sistema intentando establecer una nueva verdad. El camino no es rechazar la voz por ser irreal; es descodificar su significado para entender qué parte de la verdad del Yo el sistema te obligó a enterrar.

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