EL ENCUENTRO ÉTICO FALLIDO: Por Qué el Estudio de la Menopausia Ignora el Rostro

El nuevo estudio que enfoca la menopausia como un "problema cerebral" comete una profunda falta ética. Al reducir la experiencia a un escaneo funcional, la ciencia elude su responsabilidad de ver a la mujer en su plena humanidad, imponiendo una narrativa de deterioro que estrangula el propósito.


El corazón de la controversia no yace en la neurociencia, sino en la ética fundamental. ¿Qué ocurre cuando la ciencia, en lugar de servir a la humanidad, se convierte en un instrumento para cosificar? El filósofo Emmanuel Levinas nos enseñó que toda moralidad comienza con el Rostro del Otro: el encuentro con esa persona que exige nuestra responsabilidad incondicional y nos impide reducirla a una categoría o un objeto. Este estudio, al describir el cerebro menopáusico como "afectado" o "disfuncional", está ocultando el rostro de la mujer, reduciendo su compleja transición a un patrón de actividad eléctrica que justifica su marginación. Es una evasión de la responsabilidad social.

Esta narrativa impuesta choca brutalmente con la búsqueda de propósito. El psiquiatra Viktor Frankl afirmó que el ser humano está impulsado por la Voluntad de Sentido, y que incluso en el sufrimiento más profundo, existe una oportunidad para encontrar significado. La menopausia es, innegablemente, un desafío físico y psicológico, pero el sistema le roba su significado existencial al convertirla en una condena neurológica. La mujer madura no necesita una etiqueta de déficit; necesita que se le afirme que esta nueva fase de la vida es una oportunidad para redefinir su contribución, su sabiduría y su poder. El estudio, al contrario, le susurra que su mejor época ya pasó, un mensaje que paraliza la voluntad y genera una desesperanza aprendida.

La escritora Isabel Allende ha dado voz a la fuerza que emana de las mujeres en sus transiciones, mostrando que la resiliencia y el poder no disminuyen, sino que cambian de forma. El nuevo mandato científico de la "declinación cerebral" intenta minar esta resiliencia colectiva, creando una profecía autocumplida de la incompetencia. Esto es un ataque directo a la justicia social. Como nos recordó el Dr. Martin Luther King Jr., la injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes. Utilizar una fase biológica para imponer una inferioridad funcional es un acto de opresión sistémica disfrazado de objetividad científica.

Nuestro deber no es aceptar el diagnóstico de la desesperanza. La conciencia soberana exige que se vea la transición como una oportunidad para el desarrollo ético, no como una excusa para la marginación. La dignidad de la mujer madura es incondicional y no puede ser devaluada por un estudio que teme al poder que emerge del cambio.

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