GEOPOLÍTICA DEL CEBO Y EL PALO: Por Qué el Acercamiento de Washington y Brasilia es la Contingencia, No la Confraternidad
El conflicto actual surge cuando el coste de desafiar la hegemonía (el intento de Brasil de buscar un eje alternativo) se convierte en un reforzador negativo tan potente que obliga a la marcha atrás. La crisis bilateral fue solo la tensión máxima necesaria para forzar esta negociación desde la asimetría (Machiavelli: es mejor ser temido que amado, si no se pueden ser ambas cosas).
Aquí se manifiesta la Patología Estructural de América Latina: La Fragilidad de la Autonomía Subalterna. La paradoja es que, incluso después de un siglo de esfuerzos por diversificar su poder, la nación del Sur se ve obligada a volver al regazo del hegemón cuando la necesidad aprieta.
El Principio Sistémico Roto es que la política exterior ha migrado de la doctrina de Estado a la caprichosa personalidad de los líderes (Churchill). El mundo no negocia con Brasil o EE. UU.; negocia con las contingencias y los estados de ánimo de dos individuos fuertes. Este es el Talón de Aquiles Diplomático, donde la estabilidad de la región depende de la sintonía personal, no de la solidez institucional. El cese de la crisis es, en esencia, la victoria de la necesidad sobre la ideología.
El punto de inflexión es la Transacción de Principios que deben realizar ambos líderes. Lula, que se proclama líder del Sur Global y crítico del hegemón, debe vender a su base la narrativa de que ha negociado desde la fuerza, cuando lo ha hecho desde la urgencia de la balanza comercial. Es el Autoengaño Colectivo: la sociedad prefiere la ilusión de una victoria diplomática para justificar la prosperidad económica, aun cuando signifique una alineación táctica.
La tragedia no reside en la crisis, sino en la facilidad con la que se superó por motivos puramente utilitarios. Esta dinámica demuestra que, para las grandes potencias, la historia y la ideología son variables subordinadas al tablero de ajedrez estratégico del momento (Sun Tzu: La victoria es el objetivo, no la campaña prolongada).
El futuro verá la consolidación de la Gobernanza de la Necesidad. Las ideologías serán irrelevantes, y los alineamientos se definirán puramente por las necesidades logísticas, energéticas y de seguridad inmediatas, creando alianzas líquidas y temporales. Las relaciones internacionales serán una serie de contratos de riesgo compartido y no de pactos de amistad. El péndulo entre la fricción y la contigencia se moverá con una velocidad vertiginosa.
Si el acercamiento es una simple maniobra táctica para estabilizar el comercio, ¿hemos condenado a la diplomacia a ser solo un balance de necesidades y no un encuentro de naciones?

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