EL CHOQUE DE TITANES Y EL REPARTO DEL GLOBO: El ‘Idilio’ de Washington y el Kremlin Entra en Fase de Mutación
Mi mirada desapasionada, la de quien disecciona los pactos de poder, identifica que esta supuesta "crisis" no es un fracaso, sino una Disolución del Acuerdo Mimético (Girard). El nexo entre ambos líderes se basaba en la mímesis del poder: admiración mutua por la capacidad de quebrar el statu quo liberal y la figura del "hombre fuerte". Este idilio era, fundamentalmente, la codicia por el mismo objeto: la hegemonía global (Girard).
El conflicto actual surge cuando el objeto del deseo (un territorio, una zona de influencia o un recurso) no es lo suficientemente grande para ser dividido en secreto. El choque revela que la alianza era una estrategia de desplazamiento, destinada a desmantelar los cuerpos de control multilateral (OTAN, UE, G7), para luego proceder al inevitable conflicto directo por el reparto de la hegemonía. La "crisis" es solo la transición del acuerdo privado al conflicto por el poder total.
Aquí se manifiesta la Patología Estructural de esta era: La Tiranía del Espectáculo Bipolar. La paradoja es que, tras prometer la distensión, estos líderes han elevado la tensión a una escala puramente personal, encriptada y, por tanto, más peligrosa.
El Principio Sistémico Roto es que la política exterior ha migrado de la racionalidad institucional a la caprichosa personalidad de dos individuos (Carlin/Orwell). El mundo no negocia con gobiernos; negocia con los estados de ánimo de dos figuras. Esta es la Fractura del Cuerpo Diplomático, donde el acuerdo más serio puede ser revocado por un tuit o una percepción de falta de respeto.
El verdadero riesgo reside en la Anestesia de la Belleza (la fachada de una paz negociada) que permitió a las naciones occidentales relajar sus defensas, asumiendo la estabilidad. Ahora, la rivalidad se desata bajo un nuevo código: el de la virilidad política, donde ceder se interpreta como debilidad y la escalada se convierte en la única prueba de poder.
El punto de inflexión es la inevitable Polarización por Desplazamiento. El resto del globo (Europa, Asia, Latinoamérica) se verá forzado a elegir un bando. Esta crisis rompe la cómoda ilusión de que es posible mantener una posición neutral en un mundo dominado por el espectáculo de los dos polos.
La tragedia no está en el choque, sino en el destino del globo, que se convierte en el premio de consolación de un conflicto de vanidades. La única certeza es que las instituciones multilaterales debilitadas por su "idilio" no tendrán la fuerza para mediar en su "divorcio".
El futuro verá la consolidación de la Diplomacia de la Humillación Pública. Las negociaciones entre grandes potencias dejarán de ser encuentros discretos para convertirse en una serie de pruebas de fuerza televisadas. El éxito político se medirá por la capacidad de hacer que el adversario parezca "más débil" en el escenario global. Esta dinámica de pacto-ruptura-humillación definirá las próximas cinco décadas de la geopolítica.
Si la "paz" solo fue un periodo de reajuste antes de la guerra de egos, ¿hemos caído en la trampa de admirar al hombre fuerte que destruye el sistema, solo para verlo destruirse a sí mismo?
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