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La Carretera del Silencio

"El viaje no es un destino, es una búsqueda. Y en el camino, a veces encuentras verdades que no te atreves a ver."

Hay un olor a asfalto caliente, a combustible y a derrota. Lo huelo en el aire de esta ciudad, que parece haberse detenido en un suspiro de indignación. El sol cae como un puñetazo en la cabeza, pero el frío viene de las entrañas, de ese lugar donde se almacenan las verdades que no queremos ver. Estoy aquí, en el borde de la carretera, viendo pasar las camionetas policiales. Adentro, no sé si hay criminales o solo espejos de mí mismo. Hombres, mujeres, con la misma mirada que he visto en tantas fronteras, en tantas estaciones de autobuses, en tantas huelgas perdidas. Una mirada que dice: Estoy aquí, pero no soy de aquí. Y el camino que me trajo hasta aquí, no es el camino que soñé.

Mi camino me ha traído a este rincón del mundo para presenciar la brutalidad. No como un periodista con una libreta, sino como un vagabundo con el alma en la mano. Y me pregunto: ¿dónde está la justicia en una sociedad que trata a las personas como ganado? Veo los rostros, si logro verlos a través de los cristales ahumados, y no puedo evitar pensar en todos los caminos que los trajeron hasta aquí. Caminos llenos de hambre, de promesas rotas, de la fe en un mundo mejor. Y ahora, todos esos caminos terminan en el mismo lugar: un vehículo con sirenas y un destino incierto.

La historia de estas 450 personas no es solo la historia de un arresto. Es la historia de la vida, de un viaje que se interrumpió de forma abrupta. ¿Qué hay detrás de sus ojos? ¿Qué sueños se llevaron consigo? Me pregunto si ellos, como yo, guardan la esperanza de que el camino no se ha terminado. Que esto es solo un desvío, un bache en la carretera, un túnel oscuro del que saldrán a la luz. Y en ese acto de preguntarme, me doy cuenta de que la única diferencia entre ellos y yo es la dirección de mi viaje. La suya es una búsqueda de un hogar, de una vida digna. La mía es una búsqueda de la verdad. Pero al final, ambas son la misma cosa: un acto de fe.

No voy a escribir un artículo. No voy a dar un análisis frío. Lo que voy a hacer es gritarle a esta carretera, gritarle a este sol. Grité por ellos, por la injusticia que he visto en sus ojos. Y en ese grito, en esa honestidad brutal, es donde reside la verdadera libertad. Mi viaje continúa, pero ahora llevo 450 historias más en mi equipaje. Historias que no olvidaré, y que gritaré en cada parada, en cada rincón del mundo, hasta que el eco de su injusticia se escuche por todos lados. Porque el silencio es lo único que nos quita la libertad. Y yo, por mi parte, no voy a estar en silencio.