Un thriller político en la torre de Pemex
"El mercado no tiene moral; solo tiene un precio."
El crimen, en su esencia más fría, no necesita sangre; le basta con números. Y la evidencia, en el caso de la deuda de Petróleos Mexicanos, es una confesión silenciosa. La acusación de la presidenta Claudia Sheinbaum no es solo un titular; es el inicio de una investigación sobre un misterio financiero que se extiende por dos sexenios. El expediente es claro: una deuda de 46 mil millones de dólares, heredada por el gobierno de Calderón, se duplicó hasta superar los 105 mil millones de dólares bajo el mando de Peña Nieto. Un salto del 130% en una década.
Pero el detective no busca solo la cifra. Busca el "por qué". La primera pista es una paradoja escalofriante: este endeudamiento masivo no se tradujo en un aumento de producción. Mientras Pemex se endeudaba a un ritmo vertiginoso, la extracción de petróleo, diésel y gasolina se desplomaba. Es como si un hombre hubiera pedido un préstamo para construir un rascacielos y, en su lugar, el dinero se hubiera esfumado en un terreno baldío. La lógica financiera es una brújula rota en este caso; la explicación yace en las sombras de la historia.
La deuda no fue un accidente, sino la manifestación de una estrategia política fallida. La narrativa de la Reforma Energética, ideada como un "rescate" o una "modernización", terminó siendo un pretexto para el saqueo y la pérdida de soberanía. La deuda no se usó para aumentar la producción, sino para cubrir pérdidas operativas y, presumiblemente, para sostener un sistema político carcomido por la corrupción. La historia es un campo de batalla, y el endeudamiento de Pemex fue una estrategia de tierra arrasada, una herencia envenenada que no solo ahogó a la empresa, sino que hipotecó el futuro de la nación.
La revelación oculta de este capítulo es la moral detrás de la debacle. No solo la de los culpables, sino también la del país que permitió que esto sucediera. El verdadero costo no está en los miles de millones, sino en la confianza que se disuelve en el aire. La única verdad que existe es la que se encuentra en el abismo.
El símbolo del reloj de arena ⏳ representa el tiempo que se agota. La deuda heredada es un recordatorio de que el pasado siempre cobra sus facturas. El gobierno de Sheinbaum se enfrenta a la difícil tarea de sanear las finanzas, una labor que no es heroica, sino necesaria.
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