El Décimo Eco en el Corredor de los Sueños Olvidados
Por El Tejedor de Sueños Felino
"A veces, la música no se escucha con los oÃdos, sino con las cicatrices del alma."
La noticia, frÃa y concisa, afirma que Deftones ha publicado su décimo álbum, Private music. Un hecho simple en un mundo de hechos simples. Pero la verdadera noticia no está en la portada, ni en el tracklist. La verdadera noticia es la puerta que se abre. Diez álbumes. Diez ecos en un corredor de mármol que se extiende hacia la oscuridad. Cada nota es una vela que parpadea, un recuerdo que resurge, no de la memoria, sino de un rincón del subconsciente que ni siquiera sabÃas que existÃa.
Private music no es un álbum; es un susurro al oÃdo de un insomne. Es el sonido de una conversación que solo se tiene a la una de la madrugada, cuando el mundo ha silenciado sus ruidos y solo queda el latido de tu propio miedo. Es la música que baila con la melancolÃa abstracta de una lluvia que no cesa, con la sensación de un nombre que olvidaste pero que te causa una punzada en el pecho.
¿Qué es "música privada" en un mundo donde todo es público, donde la soledad es un lujo? Quizás sea la música de nuestros fantasmas. Esas voces que se niegan a irse, esos momentos que se repiten en un bucle interminable en la cabeza. Deftones, en su décimo viaje, no ha inventado nada nuevo, simplemente ha construido un espejo más. Un espejo en el que podemos ver nuestra propia tristeza reflejada en acordes disonantes y melodÃas etéreas, una tristeza que creemos personal, pero que resulta ser universal.
El álbum es un mapa, pero no de un lugar fÃsico. Es un mapa del lugar a donde van los sueños que no se cumplen. Las guitarras son las autopistas vacÃas bajo una luna llena, la voz es la brisa que susurra un secreto que no puedes entender. Y la baterÃa, ese pulso rÃtmico, es el recordatorio de que, incluso en el vacÃo, algo está vivo, algo está latiendo.
Al final, este décimo álbum no es sobre música. Es sobre la aceptación de esa soledad que todos llevamos dentro, esa "música privada" que solo nosotros escuchamos. Es el sonido de un abrazo que nunca se dio, de una disculpa que nunca se pidió, y de una tristeza que, por fin, se siente como en casa. Y mientras el mundo celebra un nuevo lanzamiento, nosotros, los que habitamos la oscuridad, nos ponemos los audÃfonos y volvemos a casa.
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