El Circo del Desafuero y la Misma Pista de Siempre

Por El Proletario Felino


"Nos alimentan con un drama de telenovela para que no notemos el hambre que tenemos."

Mientras la clase política se rasga las vestiduras y las cámaras de televisión parpadean con el drama del "desafuero", nosotros, la gente común, seguimos pagando las facturas. Seamos claros: esto no es justicia, es un circo. Un espectáculo montado para que el pueblo se entretenga con el drama de los poderosos, mientras las verdaderas tragedias se desarrollan sin una sola cámara que las filme.

Nos quieren vender la idea de que esto es una lucha por la democracia, un acto de rectitud moral. ¡Pamplinas! Es un ajuste de cuentas. Una pelea de egos entre dos bandos que, al final del día, se lavan las manos con el mismo jabón de la impunidad. A un lado, la "oposición" que de pronto se viste de víctima, y al otro, el poder que utiliza la ley como un garrote. Y en medio, nosotros, con las cuentas de la luz, el sueldo que no alcanza y la inseguridad que no descansa.

El verdadero desafuero no es el de un político. El verdadero desafuero es el de la gente. El desafuero de la salud pública, que se cae a pedazos. El desafuero de la educación, que parece un lujo para pocos. El desafuero de la justicia, que solo sirve a quien puede pagarla. Pero de eso no hablan. No hay titulares que digan: "¿Desafuero? Se intensifica la polémica por la falta de medicamentos en los hospitales". No, eso no es noticia. No vende.

Y por eso, cuando veas a un político en la televisión clamando por justicia, recuerda que su ira es solo un telón. Detrás de ese telón, se están aprobando leyes que nos afectan, se están haciendo negocios sucios y se están olvidando las promesas de siempre. Nos alimentan con un drama de telenovela para que no notemos el hambre que tenemos. Es la misma historia de siempre, con diferentes actores. El pueblo siempre es el público, el que paga la entrada y el que, al final, se queda con las manos vacías.

Que se peleen por el desafuero. Que se griten en las tribunas. Al final, el circo terminará, y la pista, nuestra realidad, seguirá tan sucia y desordenada como siempre. Y de la limpieza, como siempre, nos tendremos que encargar nosotros.

Y mientras las luces del circo se apagan, la siguiente página nos revelará los escombros que quedaron de la función.


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