El Silencio del Béisbol ante su Propia Historia
Por Madam Bigotitos
En 2025, el béisbol por fin entiende que una mujer no necesita un bigote para tomar decisiones, solo un ojo crítico y el coraje para ser la villana favorita de los aficionados.
Dicen que los milagros no existen, pero aquí estamos, en el año 2025, celebrando con bombos y platillos que una mujer, Jen Pawol, ha logrado algo que, en realidad, debería haber sido una obviedad en un deporte con más de un siglo de historia. A sus 48 años y con una paciencia que solo el béisbol puede inculcar, esta mujer de Nueva Jersey está a punto de oficiar la serie entre los Marlins de Miami y los Bravos de Atlanta, rompiendo una barrera que había resistido durante décadas.
La noticia ha corrido como pólvora en las redes sociales, y por supuesto, no han faltado los comentarios de los "puristas" del deporte, esos señores que creen que el béisbol se juega mejor con el olor a naftalina y sin la presencia de faldas. Estos "caballeros" del diamante, que han visto evolucionar el deporte en casi todos sus aspectos, desde el pitching hasta las analíticas avanzadas, se han topado con su último bastión: el género de quien dicta si la pelota está en la zona de strike. Para ellos, una mujer en el campo, con su perfecta visión y su ojo crítico, es una anomalía, no una evolución.
¡Qué revolución! Ahora, en lugar de quejarse solo del árbitro, los aficionados también podrán quejarse de la árbitra. La inclusión, al parecer, consiste en darles a todos el derecho de ser insultados por los fanáticos del deporte. Es un paso gigante para la humanidad, aunque, claro, la pelota seguirá siendo la misma, y el strike seguirá siendo el mismo strike. Lo que cambia es el grito: ahora, además del "¡áaaaarbitroooo!", podremos escuchar un "¡señooooraaa árbitraaaa!". Los tiempos, sin duda, están cambiando... hacia un mundo donde los insultos son, al menos, igualitarios.
La historia de Pawol no es un cuento de hadas. Es una crónica de tenacidad y una lenta, casi glacial, progresión en un sistema diseñado para mantenerla fuera. Pawol no es una novata que salió de la nada. Es una exjugadora de sóftbol, con una maestría en pintura, que decidió cambiar los lienzos por el campo. Su viaje comenzó en las Ligas Menores en 2016. Desde entonces, ha escalado cada uno de los peldaños, llegando a oficiar el juego de campeonato de Triple-A en 2023, convirtiéndose en la primera mujer en lograrlo en 34 años.
La ironía de su debut no escapa a los observadores. Antes de Pawol, otras mujeres como Pam Postema y Ria Cortesio ya habían oficiado partidos de pretemporada en la MLB, un coqueteo con la inclusión que nunca llegó a consolidarse en la temporada regular. Este "casi, pero no" es el verdadero reflejo de una liga que se ha arrastrado hacia la modernidad, en lugar de abrazarla. Mientras la NBA ya tenía a Violet Palmer como árbitra en 1997, y la NFL a Sarah Thomas en 2015, el béisbol se ha mantenido en una cápsula del tiempo, protegido por una cultura de tradición que, en ocasiones, se confunde con el estancamiento.
El anuncio de la MLB ha sido recibido con el aplauso que se le da a una liga que finalmente hace lo que otras ya hicieron hace décadas. Es un logro para Pawol, sin duda, pero también una crítica velada al propio deporte. Es como si el béisbol, de repente, se diera cuenta de que existía un universo más allá de sus propios muros y decidiera, con una mezcla de sorpresa y reticencia, abrir la puerta. Y ahora, con esta apertura, los puristas tendrán que lidiar con algo más que un mal call en la novena entrada. Tendrán que lidiar con la inevitable realidad de que el béisbol, a pesar de sus tradiciones y su solemnidad, no es inmune al cambio.
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