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La nostalgia tiene un beat:

 Cuando Tiësto convierte el desamor en un baile.

Por Madam Bigotitos

"Bailamos con una sonrisa en el rostro, pero en el corazón, la pregunta es la misma: 'Tell me where u go'."

Hay una elegancia en el desamor que solo se puede encontrar en la pista de baile, un lugar donde el corazón roto no se detiene, sino que baila. La música, en su esencia, no es solo un sonido; es el eco de una historia no contada. Y la reciente colaboración de Tiësto con Clean Bandit y Leony, "Tell me where u go", no es una simple pieza electrónica. Es el soundtrack de un adiós, el lamento de una relación que se desvaneció en el tiempo y un grito poético de desamor que se esconde bajo el beat del dance. En el fondo, esta canción es una carta, escrita en el lenguaje universal de la nostalgia, para alguien que se fue.

La versión original de Clean Bandit era una pieza de porcelana, delicada, frágil y exquisita, con una letra que preguntaba con la inocencia de un primer amor: "Tell me where u go". La pregunta no era un reclamo, era una súplica. Una nota que flotaba en el aire, llena de melancolía y de una esperanza casi infantil. Era una canción para un café de la tarde, para la lluvia en el cristal, para la soledad tranquila de un domingo. Tenía la compostura de una novela de Jane Austen, donde las emociones se ocultan bajo la superficie y los suspiros son más ruidosos que un grito.

Pero entonces, llegó Tiësto.

Hay una tristeza particular en el beat de Tiësto, como si el ritmo rápido quisiera ahogar una pena que se niega a morir. El remix no eliminó la tristeza, la transformó. Le dio una velocidad vertiginosa, un pulso de luz de neón y la convirtió en un himno para las noches de discoteca. La pregunta "Tell me where u go" ya no se susurra. Se grita. Se repite una y otra vez, con un ritmo que te obliga a mover los pies, como si el cuerpo intentara escapar de la mente. Es un truco fascinante, una forma de obligarte a bailar mientras tu alma se desangra, una metáfora perfecta de la vida en la era moderna: estamos rodeados de gente, ruido y movimiento, pero la pregunta en el fondo sigue siendo la misma: ¿a dónde se ha ido el amor?

Un remix no es solo una nueva versión de una canción; es una nueva versión de un sentimiento. La elegancia de Clean Bandit se siente como el recuerdo de un amor que fue delicado y perfecto, lleno de promesas y de la belleza de los detalles. El drop de Tiësto, en cambio, es la cruda realidad del abandono. Es la noche en la que te quedas solo en la pista de baile, rodeado de desconocidos, intentando llenar el vacío con alcohol y luces. El ritmo te obliga a moverte, pero el corazón está quieto, latiendo con un ritmo de 128 bpm, el pulso de la soledad.

Bailamos con una sonrisa en el rostro, pero en el corazón, la pregunta es la misma: "Tell me where u go". ¿A dónde se fue esa persona que conocimos? ¿A dónde se fue ese amor que prometimos? No hay respuestas en el beat de la música, no las hay en el brillo del neón, ni en el alcohol que empaña la visión. Un remix es un eco. Y esta canción es el eco de una historia que terminó sin un final, sin un "por qué". Por eso, cuando escuches esta canción, no solo bailes. Escucha el silencio entre los beats. Ahí es donde reside la verdadera historia.