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La Liturgia del Poliést...ter:

 

 Guía para el Hincha Argentino en 10 Sencillos Pasos Hacia el Caos

Por El Cronista Felino

"El fútbol es la pasión del pueblo, nos dicen. Y yo pregunto, ¿la pasión incluye siempre el uso de un arma no convencional?"

Uno podría pensar que la violencia en los estadios argentinos es un fenómeno atípico, algo que rompe la monotonía. Pero para el que vive aquí, es tan común como un asado los domingos o el debate de la inflación. La violencia del hincha argentino no es un accidente, es parte del folclore. Es el plato principal, servido antes, durante y después del partido.

Si lo analizas fríamente, es una comedia de enredos con tintes de tragedia. Mientras en una cancha se pelean por un trapo, en la calle un taxista le grita a otro que "se vaya a vivir a la concha de su madre". Mientras un hincha rompe una butaca, en una oficina el jefe le grita al empleado por un error en un Excel. La cancha, ese templo de la pasión, es en realidad un espejo. Un reflejo magnificado de una sociedad que se rige por la ley del más fuerte, pero con el absurdo añadido de que se hace por una pelota de cuero.

El ritual es fascinante en su estupidez. Miles de personas que, en su vida diaria, evitan el conflicto, se transforman en una turba anónima. Dejan sus trabajos, sus familias y sus preocupaciones a un lado para dedicarse a un solo objetivo: que el hincha del equipo contrario sepa que es una deshonra para su especie. Y para ello, están dispuestos a lanzar un insulto, una piedra, un puñetazo o incluso un "¡Eh, vos, con esa camiseta de mierda!" que podría arruinarle el día a cualquiera. Y todo por la camiseta. Que, para colmo, es de poliéster.

La pasión del fútbol, al final, es una coartada. Una excusa socialmente aceptable para liberar la frustración, la ira y la miseria que se acumula en la semana. Es un escape masivo, un grito de guerra que dice "no puedo solucionar mi vida, pero puedo gritarle a un desconocido por una jugada". Este texto no lo ve como un problema, sino como una observación. Un ritual de purga en el cual la gente va al estadio a golpearse entre sí para no golpearse en casa. Y el fútbol, pobre fútbol, solo es la banda sonora de la locura.


Y mientras las tribunas se vacían y los gritos se silencian, la siguiente página nos llevará a otro de los muchos actos de la comedia humana.