Cuando la Comunicación se Vuelve Conflicto
Por El Príncipe de la Sombra
"La guerra de las narrativas."
En el teatro de la seguridad binacional, las declaraciones públicas son tan importantes como las operaciones de campo. La reciente noticia de una supuesta iniciativa de la DEA para desmantelar a los "guardianes" de los cárteles, seguida casi de inmediato por la negación rotunda del gobierno de Claudia Sheinbaum, no es una simple falta de comunicación. Es una guerra de narrativas, un choque de voluntades y un movimiento calculado de ambas partes para controlar el tablero geopolítico. Este tipo de conflictos, donde las palabras son armas, no es nuevo; es una constante en la tensa relación entre ambos países.
Para comprender la raíz del conflicto, debemos analizar las motivaciones ocultas de cada actor. La DEA, al anunciar una "iniciativa conjunta" sin la venia mexicana, no solo busca proyectar poder, sino que también puede estar respondiendo a presiones internas. Para agencias como esta, la visibilidad pública de las operaciones es crucial para justificar presupuestos y demostrar su relevancia en la lucha global contra las drogas. Es una jugada audaz, diseñada para poner en evidencia a un gobierno que busca una nueva autonomía. La respuesta de Sheinbaum fue inmediata y categórica, revelando una prioridad clara: la soberanía. Su rápida negación no es solo para el consumo interno, sino un mensaje directo a Washington de que la agenda de seguridad será definida desde dentro, marcando una clara diferencia con las administraciones pasadas.
Este choque de narrativas tiene precedentes históricos que demuestran que es un patrón y no una anomalía. El caso del general Salvador Cienfuegos, detenido en Estados Unidos y luego devuelto a México sin cargos, fue un claro ejemplo de una disputa por la jurisdicción y la soberanía que se libró públicamente. Al igual que en ese caso, la disputa actual es un recordatorio de que bajo la superficie de la supuesta cooperación bilateral, yace una compleja lucha por el control, la legitimidad y el poder narrativo. La DEA busca mantener su dominio en la "guerra contra las drogas", mientras que el gobierno mexicano busca afirmar su independencia.
Lo que estamos presenciando es el inicio de una nueva fase en las relaciones bilaterales. La proyección a largo plazo de este conflicto de narrativas es incierta, pero crucial. ¿Será este incidente un evento aislado o el comienzo de un nuevo tipo de relación? Una en la que México ya no se limitará a ser un peón en las estrategias externas, sino que buscará la paridad y el respeto a su soberanía. Al final, la lección aquí no es sobre quién tiene la razón o quién miente, sino que en la política, la comunicación es una herramienta de conflicto. Y la victoria no se mide en arrestos, sino en quién logra controlar el relato.

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