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La Aventura del Alma en la Tierra:

 El Jardín como la Odisea Secreta de la Salud Mental

Por Socorro "La Matriarca" Social

Relato de un caballero andante en busca del sosiego.



En estos tiempos de tanta prisa y tanto desasosiego, en que el alma del hombre navega por un mar de incertidumbre y las penas le acosan como vientos tempestuosos, es de bienaventurados hallar un puerto donde echar el ancla y recobrar el sosiego perdido. Y he aquí que la ciencia, que todo lo escudriña, nos revela que este puerto no se halla en un palacio de mármol ni en las promesas de la fortuna, sino en un lugar humilde y sagrado: en el jardín. Porque es allí, entre la tierra húmeda y el sol que besa las hojas, donde se libra una batalla silenciosa contra los males que atormentan la mente.

El jardinero, un sabio de la tierra, me dijo una vez con la voz que el tiempo le había pulido: "Joven, la odisea más grande no es la de los mares, sino la que emprendemos en el interior de nosotros mismos. Y el jardín, amigo mío, es el mapa y el campo de batalla". Es en este reino, que cultivamos con nuestras propias manos, donde combatimos dragones internos, como la ansiedad que nos ahoga y la melancolía que nos persigue como una sombra. La tierra, en su silenciosa sabiduría, nos enseña la virtud de la paciencia, que es la madre de todas las virtudes, y la esperanza, que es la fuerza que nos mueve.

Pero esta no es solo una batalla del espíritu. Los sabios de la ciencia han hallado la prueba: en la tierra, esa materia vil que nos aguarda, habita un ser microscópico, un caballero andante llamado Mycobacterium vaccae, que al ser inhalado y entrar en el cuerpo, tiene la virtud de encender en la mente la alegría. Es una bacteria que, cual bálsamo de Fierabrás, eleva la serotonina, trayendo un sosiego parecido al que trae el reposo de las armas tras una justa contienda. Y la tierra, en el acto de moldearla, se convierte en un espejo del alma, donde cada hierba mala que arrancamos y cada flor que plantamos es un símbolo de la lucha que llevamos dentro, un combate que, en este humilde terreno, podemos ganar.