El Tablero de Gaza:

 

Una Jugada Maestra que Entierra la Paz

Por: El Príncipe de la Sombra


En la geopolítica, un asentamiento no es solo una casa; es una pieza en un tablero que redefine las reglas del juego. La paz, en este caso, es el peón que se ha sacrificado.

El anuncio de nuevos asentamientos en el territorio de Gaza no es un evento aislado, sino la culminación de un movimiento estratégico que ha estado en desarrollo por décadas. En la diplomacia, las palabras son armas, y en este contexto, el comunicado de la aprobación de viviendas es una declaración de intenciones. Desde un punto de vista puramente estratégico, la medida es un golpe táctico calculado con precisión quirúrgica. Su objetivo no es solo la expansión territorial, sino la consolidación de una realidad irreversible que anule la posibilidad de un Estado palestino viable y contiguo. Como en una partida de ajedrez, un movimiento en apariencia menor tiene consecuencias que se propagan por todo el tablero, afectando a cada pieza. La solución de dos Estados no ha sido abandonada; ha sido metódicamente desmantelada.

El efecto más inmediato de esta jugada es la erosión de la legitimidad palestina. Los líderes de la Autoridad Palestina, ya debilitados y con poder fragmentado, ven cómo sus aspiraciones se vuelven cada vez más abstractas. La construcción de asentamientos no solo fragmenta geográficamente el territorio, sino que también debilita la narrativa de un futuro Estado. Es una táctica de presión que obliga a los actores internacionales a reevaluar su posición. ¿Es viable seguir promoviendo una solución que es físicamente imposible? Este es el dilema que Israel ha puesto sobre la mesa. La aprobación de nuevas viviendas no es un acto de construcción; es un acto de deslegitimación. Es un mensaje claro para el mundo de que la única realidad posible es la del control total. Y la respuesta de la comunidad internacional, en gran parte, ha sido la inacción, un silencio que es tan ruidoso como una declaración de guerra.

La escalada de violencia, por lo tanto, es una consecuencia previsible. Los asentamientos son una provocación que alimenta la frustración y la rabia de la población palestina, que ve cómo sus tierras son expropiadas. Y para Israel, esta violencia se convierte en una justificación para mantener su política de mano dura. El ciclo vicioso de acción y reacción, de asentamiento y revuelta, es una máquina bien engrasada. En este juego de poder, la paz no es un objetivo, sino una herramienta. La diplomacia se convierte en un medio para ganar tiempo, para consolidar posiciones, para mover las piezas sin dar cuenta de las reglas. El futuro de la región no es un estado de paz, sino un estado de tensión controlada, donde las pequeñas escaramuzas son las que recuerdan a la población que la partida sigue su curso. En este tablero, el verdadero objetivo no es la victoria, sino la consolidación del poder.

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