La Promesa del 1 de Junio en un Camino Lleno de Polvo y Botellas VacÃas
Por El Vagabundo de la Prosa
La vida se ha convertido en una búsqueda constante, en una peregrinación sin santos, en un viaje sin destino.
La carretera. La eterna carretera. Ese es nuestro destino, mi amigo, no hay otro. El 1 de junio, la promesa, la voz en el viento que dijo "ya no más", que juró que la salud era un derecho, que las botellas de medicina volverÃan a llenarse. Y nosotros, con esa inocencia que solo tienen los que se han quedado sin nada, lo creÃmos. Tomamos la carretera. Y aquà estamos, meses después, con el mismo polvo en la boca, el mismo sol en la nuca y el mismo vacÃo en el alma. La carretera es un desierto, y las farmacias, las gasolineras del desierto, están secas.
La búsqueda es una plegaria frenética. Entras a una farmacia, el olor a alcohol y a desinfectante se te pega en la ropa, en la piel, pero no hay nada. El farmacéutico, con esa mirada cansada de los que tienen que dar malas noticias, te dice: "No ha llegado nada. Prometen que sÃ, pero no ha llegado nada". Y sales a la calle, el sol te pega en la cara como un puño, y sigues el camino. La próxima farmacia está a kilómetros, y el viaje se repite. La vida se ha convertido en una búsqueda constante, en una peregrinación sin santos, en un viaje sin destino. Te sientes como un fantasma, como un alma en pena que busca un medicamento que ya no existe.
La promesa del 1 de junio es ahora un espectro, una voz del pasado que te persigue en el camino. Los polÃticos se han ido, las cámaras se han apagado, pero el desabasto es una realidad que no se apaga. Es una realidad que se siente en los huesos, en el dolor de los que ya no tienen su medicina, en la desesperación de los que ven a sus seres queridos sufrir. Es la verdad más cruda y más real que puedes encontrar, no en los noticieros, sino en la mirada de una madre que no encuentra las pastillas para su hijo. El desabasto es un grito silencioso en el camino.
La vida se mueve rápido, mi amigo. Los autos pasan, la gente corre, las luces de los semáforos cambian. Pero nosotros, en esta carretera, estamos quietos, estamos en pausa, esperando que la promesa se cumpla. Esperando que las botellas de medicina vuelvan a llenarse y que el polvo de la carretera deje de ser nuestro único compañero. Pero el camino es largo, y la esperanza, a veces, es solo un espejismo en el desierto. La promesa del 1 de junio es una botella vacÃa en el camino, una burla cruel en el desierto de la salud.
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