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LA ECUACIÓN DE LA IMPUNIDAD: POR QUÉ LOS PROBLEMAS DE MÉXICO NO SE SOLUCIONAN, SINO QUE SE ADMINISTRAN.

Mi juicio clínico es implacable: la solución definitiva que esperas para los problemas estructurales de México no sucederá. No en el futuro previsible. No es una profecía pesimista; es el resultado de un análisis Objetivo Factual sobre una ingeniería social que ha probado ser perfectamente funcional para sus operadores. El problema que observamos no es una crisis de mala gestión, sino la consecuencia de un sistema en equilibrio. ⚖️🇲🇽

El núcleo duro del contexto mexicano no es la corrupción ni la violencia, sino la Impuniad que sostiene ambas variables. Estudios rigurosos y datos verificables muestran que la tasa de impunidad en delitos de alto impacto se mantiene consistentemente por encima del 94%. Este dato, que debería ser una anomalía, se ha convertido en la norma operativa del país. La impunidad funciona como la llave de ignición del ciclo vicioso: la certeza de no enfrentar consecuencias judiciales fomenta la corrupción política, la cual alimenta la desigualdad económica y, a su vez, esta desigualdad actúa como el principal combustible para el crecimiento del crimen organizado.

El sistema legal y de seguridad, en lugar de ser un agente de cambio, opera como un mecanismo de transferencia de costos, donde el daño económico, social y humano es absorbido por la población, mientras la élite política y económica continúa cosechando los beneficios de la opacidad y la falta de Estado de Derecho. Por lo tanto, cada administración sexenal no busca resolver el problema, sino únicamente renegociar los términos del caos o redirigir el foco de la violencia criminal hacia regiones específicas, manteniendo intacta la raíz sistémica. La ausencia de soluciones de fondo es, paradójicamente, la prueba de que el sistema funciona para aquellos que lo controlan.

Desde mi posición como analista, veo la persistencia de estos problemas no como una cadena de mala suerte histórica, sino como un diseño de ingeniería social perfectamente funcional para una minoría. Es por esto que, científicamente hablando, es irracional esperar una solución vertical; el cambio que requiere el país exige desmantelar toda la arquitectura de poder, algo que la clase política percibe como más costoso que simplemente mantener la inercia delictiva. Mientras el costo de una reforma de justicia profunda y de un combate frontal a la impunidad sea percibido por la clase política como más alto que el costo de simplemente mantener la inercia delictiva, el sistema seguirá en su equilibrio actual.

 El día que el costo de la omisión y la complicidad te duela más que el precio de la verdad, ese día y solo ese día, el motor de México dejará de ser la impunidad.

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