CÓMO EL ÉXITO EN LA LIBERACIÓN HA CONFIRMADO EL COLAPSO DEL ESTADO COMO FIADOR DE SEGURIDAD
Hemos presenciado el ciclo completarse. El miedo se ha convertido en un negocio perfectamente rentable, y la celebración de la liberación, en un simple recibo de pago. La acción del gobierno no ha sido una victoria ética, sino la finalización exitosa de una transacción brutal. 💔 El Estado ha aceptado el Efecto Sísifo del Secuestro: empujar la roca de la crisis solo para verla rodar de nuevo al valle.
La liberación de los 100 estudiantes ha confirmado que el secuestro masivo se ha transformado de un acto criminal esporádico en un mecanismo de extorsión endémica, perfectamente integrado en la economía de la violencia. El gobierno de Nigeria ha logrado su objetivo inmediato, pero al pagar el rescate, ha validado implícitamente la tesis criminal: la inversión en terror rinde más que cualquier otra actividad económica. Se ha documentado que el rescate de estos grupos criminales ha costado un 400% más que la inversión anual per cápita en seguridad escolar en las regiones afectadas. Esto ha cimentado un mercado de futuros de la violencia, donde la próxima abducción ya ha sido pre-financiada por el éxito de esta. El sistema, en lugar de colapsar, se ha adaptado a la patología. El trauma no ha cesado; simplemente se ha redefinido como el coste operativo de la existencia ciudadana. Los criminales han dejado de temer la justicia y han aprendido a valorar la negociación. La "libertad" se ha convertido en la mercancía más cara del mercado negro, y el Estado ha terminado siendo el cliente más fiel de sus propios verdugos. El drama ha concluido con una liberación, pero el problema estructural ha quedado intacto, esperando su reactivación.
Hemos visto la paradoja innegable. La alegría colectiva por los liberados ha enmascarado la certeza clínica de que el próximo secuestro ya ha sido programado y presupuestado. La verdadera derrota no ha sido la abducción inicial de los estudiantes, sino la normalización y la aceptación de la negociación como la única forma de gestión estatal.
Si has aprendido a celebrar el pago de tu propia esclavitud como si fuera un triunfo, ¿qué precio estás dispuesto a aceptar para la falsa paz de tu próxima tragedia?

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