¿Por qué la Fuerza del Amor se Convierte en la Máxima Fuerza de Destrucción?
Mira, te lo digo claro: la adicción no es un problema de moral; es una enfermedad de la puta voluntad. Y si el adicto está en un agujero negro, la familia no es un faro; es el combustible que lo mantiene encendido. ¿Sabes por qué? Porque tu amor, tu intención más noble, es la variable que garantiza el error. La tragedia es que los cinco errores que cometen las familias no son fallas de carácter, sino una hipertrofia de la voluntad que choca contra la ley inmutable de la enfermedad. Yo no estoy mirando a tu familiar; te estoy mirando a ti.
Nos obliga a confrontar esto: "Si el hombre no es libre, no somos responsables. Pero si el hombre es libre, la responsabilidad es total. Y en la adicción, el drama es que una de las libertades secuestra a la otra." — Jean-Paul Sartre y Karen Horney.
El problema de fondo es que la familia sufre el Síndrome del Héroe . Queremos ser la única variable que colapse el caos a una solución. Pero la verdad es que esta intención de control es el error fundamental. El amor se destruye en tres capas de fricción.
El primer error es el de Codependencia, el enredo psíquico donde tu felicidad es una partícula en superposición. Dices: "Si él está mal, yo estoy mal". Y ahí es donde el sistema colapsa. Te digo que esto es codependencia, pero es una renuncia a tu soberanía. Le entregaste el control de tu estado fundamental a un sistema que opera por el caos. Para el adicto, esto es la máxima licencia para el consumo, porque sabe que no habrá castigo real. El cero errores aquí es claro: debes ser una variable independiente para que tu pathos no se convierta en su ancla.
El segundo y tercer error son Minimizar y Encubrimiento, el de "arreglar" las consecuencias. Pagar la deuda, mentir al jefe, sacarlo de la cárcel. Lo haces para "protegerlo", pero la ley inmutable es que le estás robando algo mucho más valioso: el tiempo de tocar fondo. Cuando tú cubres la deuda o minimizas su gravedad, le quitas la presión social o económica. Lo que haces es garantizar que el proceso nunca termine. Tu amor se vuelve una capa protectora que aísla al adicto de la única fuerza capaz de forzar el cambio: el dolor real. Tu rol de salvador niega la realidad y, por ende, acelera la destrucción.
El cuarto error es la Culpabilización, la caída en la trampa de la tiranía de la voluntad. Crees que tu voluntad intacta es superior a su voluntad enferma. Observo fríamente: culpar es inútil porque la adicción es una falla estructural del sistema de recompensas. Si tú lo culpas, le das munición. Él no siente culpa, siente vergüenza, y la vergüenza es el combustible más potente para el consumo (es la emoción que exige apagarse).
El quinto y crucial error es No Poner Límites. Es la consecuencia directa de los cuatro anteriores. Al no establecer fronteras claras, permites que la enfermedad colonice tu propia vida. La falta de límites es la prueba definitiva de que has dejado de luchar contra la adicción para empezar a acomodarte a ella. Es el acto de rendición final del "Héroe Cuántico" a la fuerza destructiva del caos.
El Orígen Verdadero de este problema es la Disonancia de la Voluntad. El adicto tiene la voluntad perdida. Tú tienes la voluntad hipertrofiada. Ambas voluntades luchan en un mismo sistema cerrado, y lo único que logran es cancelarse mutuamente. La única forma de que la Ley Inmutable restablezca el orden es que una de las fuerzas desaparezca. Y esa fuerza eres tú, el Héroe.
La Perfección no es salvarlo; es soltarlo. Es amar con una condición estructural: te acompaño en la lucha, pero no en el hundimiento. Tienes que colapsar tu propio estado de hiper-control para forzarlo a él o ella a medirse y a enfrentar la Ley Inmutable de la Consecuencia.
Si la salvación requiere mi propia destrucción y el fracaso de mi ser amado, ¿entonces, mi amor por él (o ella) es realmente amor, o es solo la forma más elaborada y trágica que mi ego encontró para sentirse esencial?

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