🧘 La Tiranía de la Etiqueta: El Juicio Final del Caos Adolescente
El adolescente, por naturaleza, es el ser que vive en la Prosa de Búsqueda . Su tarea existencial es enfrentar la Crisis de Identidad: ¿quién soy yo fuera del marco de la familia y la expectativa social? Su emoción, por lo tanto, no es un mero dato a registrar; es el fuego caótico que forja el yo. La TCC, en su uso de la rueda, ofrece un contrato: si nombras tu sentimiento ("Estoy enojado"), puedes empezar a controlarlo. Pero esto es una Tiranía de la Emoción sutil. Se le exige al joven que someta la magnitud de su dolor o su rabia a una clasificación burguesa antes de que esa emoción pueda ser considerada "válida" para el tratamiento.
El verdadero conflicto que la rueda esconde es la Fuga de la Responsabilidad del terapeuta. Al decirle al adolescente: "Busca tu emoción primaria y secundaria", el sistema está desviando la atención de la complejidad inarticulada del sufrimiento. La rabia adolescente es rara vez "rabia" pura; es un compuesto de desesperación, frustración moral y la inminente Aceptación del Destino de la vida adulta. La rueda de emociones convierte el vasto y aterrador Caos del Ser en un simple diagrama de flujo. Se entrena al joven para que, en lugar de vivir la emoción en toda su incómoda verdad , se convierta en el analista desapasionado de su propia miseria.
El Colapso de Lógica se ejecuta porque la TCC confunde la nombrabilidad con la virtud . La rueda se enfoca en el qué siento (el sustantivo) y no en el por qué existe ese sentimiento (la raíz ética o la protesta existencial). El uso excesivo de esta herramienta enseña al joven a despersonalizar su propia angustia, tratando al yo como un sistema mecánico que necesita ser purgado de "emociones negativas". Esto no es fortaleza; es la Disciplina del Alma impuesta para no perturbar el orden social.
El Clímax es la sentencia moral: la rueda no nos lleva a la verdad, sino al punto final de la conversación. El adolescente aprende que la emoción debe ser un producto limpio y clasificado antes de presentarse al mundo. Se le niega el derecho a la protesta no verbal, a la furia incomprensible, a la desesperación sin nombre, que son las verdaderas crisálidas del desarrollo de la identidad. La rueda de emociones, bajo el disfraz de la utilidad, se convierte en un instrumento de control semántico, exigiendo que el joven reemplace la verdad difícil de su sufrimiento con la clasificación cómoda.
Si la salud mental exige la reducción del alma a un código de colores y categorías, ¿es la TCC el camino hacia la Tranquilidad del Alma, o es la Tiranía de la Razón que nos condena a una existencia emocionalmente anestesiada?

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