🎭 La Resistencia en la Vejez: El Recurso Inmaterial de la Disidencia
La pregunta sobre los "recursos sociales" es, en sí misma, una sentencia que revela la falla de la estructura. La existencia LGTB mayor es un testamento vivo de la Ética de la Alteridad. Vivieron una vida donde el sistema legal y social les negaba el derecho a ser vistos, obligándolos a construir una geografía subterránea de apoyo. Por lo tanto, los recursos no son algo que se "tiene", sino algo que se crea constantemente en los márgenes. El recurso primario es el significado que encontraron en la negación misma, una búsqueda épica que la narrativa dominante no puede comprender ni financiar.
El colapso lógico ocurre cuando los organismos sociales intentan aplicar modelos de apoyo heteronormativos (servicios para "ancianos" o "jubilados") a un grupo cuya trayectoria de vida fue radicalmente distinta. Su crisis no es la falta de pensión, es la soledad institucionalizada. Al no haber tenido el matrimonio ni la procreación como anclas sociales obligatorias, su red de apoyo es una telaraña frágil tejida a mano, compuesta por amigos elegidos, "familias" de bares y cuidadores no biológicos. La etiqueta de "recurso" ignora que estas redes han sido, históricamente, su única defensa contra la exclusión en residencias de ancianos o la invisibilización médica. El recurso más vital es, irónicamente, la ausencia de juicio en el espacio comunitario, una tranquilidad que la ayuda oficial rara vez puede ofrecer.
El punto de inflexión es la resignificación del cuidado. Hoy, los pocos y valiosos recursos (centros de día LGTB, programas de vivienda con perspectiva de género) no son solo servicios, sino Archivos Vivientes de la historia. El Renacimiento está en la transmisión del legado: la persona mayor se convierte en el eslabón histórico de la disidencia. La única forma de fortalecer estos recursos es reconociendo que el valor del anciano no está en su productividad o su salud, sino en su memoria subversiva. El cuidado del mayor LGTB es, por lo tanto, un acto político de preservación cultural.
La sociedad busca catalogar los "recursos" para gestionarlos. Pero los recursos más profundos de las personas LGTB mayores son incorpóreos: la resistencia silenciosa, el lenguaje secreto de la comunidad y la lealtad innegociable entre los sobrevivientes. El futuro no será distinto.
La próxima generación, viviendo en una era de supuesta "aceptación" total, descubrirá que la única red de seguridad verdadera es la que se construye fuera de los parámetros del Estado y la Familia tradicional. La comunidad LGTB mayor será el único ejemplo de cómo crear sociedades paralelas de cuidado que la economía global fallará en proveer. Su sabiduría de la marginalidad se convertirá en la única guía para la supervivencia social en la vejez.
Si tu red de apoyo ha sido ilegal o invisible durante cincuenta años... ¿confiarás en ella ahora que te la ofrece el mismo sistema que te negó?

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