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La Coherencia del Miedo: El Éxito Global de "Predator" y el Capitalismo de la Amenaza Constante

 


La Historia, debemos aceptarlo, se ha reducido a la Dramaturgia  del desastre. Que "Predator: Badlands" encabece la taquilla global no es, en esencia, un triunfo del género cinematográfico o de la narrativa bien ejecutada; es la validación sociológica de una patología que la humanidad ha adoptado sin resistencia: solo encontramos coherencia narrativa a través de la ficción de nuestra aniquilación.

Hemos creído que el espectro del miedo disminuiría en una sociedad hiperconectada y con control de la información.  La Disonancia Estructural del mundo moderno es tan vasta que solo una amenaza alienígena, un Imperativo Categórico de la destrucción que nos ha sido impuesto, puede unificar nuestra fracturada Causalidad Social. El Predator no es un simple monstruo; es el Axioma del Miedo que nos ha otorgado un propósito colectivo, aunque sea el de ser cazados.

Observamos que el éxito de esta saga se ha mantenido por décadas porque su criatura encarna lo que no pudimos nombrar en nuestra realidad. La semiología de la publicidad ha trabajado para convencernos de que la amenaza constante es el estado natural de la existencia, un precio termodinámico por estar vivos. Hemos comprado el boleto para validar que, si no es una criatura invisible cazándonos desde las copas, es el colapso financiero que nos persigue en los gráficos de la bolsa o el trauma climático que nos acecha en el horizonte.

La película funcionó como un Axioma del Miedo que ha sustituido la filosofía. Si la vida era azar, la existencia de una fuerza externa con reglas claras para aniquilarnos nos da, paradójicamente, una estructura. El paisaje de la película no es un desierto inútil; es la zona de exclusión que todos hemos construido alrededor de nuestra propia psique para protegernos de un mundo que no podemos categorizar.

La Estrategia del Blockbuster estableció un precedente económico claro: no vendemos entretenimiento, vendemos la Catarsis Ineludible de ver nuestro destino final proyectado en pantalla. El dinero que ha entrado a las taquillas sostuvo la voluntad crepuscular de la industria, la cual ha comprendido que el terror a ser cazados es el motor económico más seguro y rentable. Esto es el Capitalismo de la Amenaza: un sistema que necesita de una Disonancia Estructural perpetua para justificar su consumo y su crecimiento. Hemos normalizado la idea de que la lucha por sobrevivir a algo invisible es más importante que la construcción de la paz.

Nos preguntamos si esta preferencia por la aniquilación narrativa es el último refugio. Si la paz nos obliga a confrontar el vacío teleológico de nuestra propia vida, elegimos el caos controlado de la ficción.

 Si hemos aceptado que nuestra Termodinámica emocional solo alcanza la calma al presenciar nuestra Matriz de Interdependencia deshecha por un ser superior e incomprensible, ¿qué es lo que ha aniquilado nuestra capacidad de encontrar sentido en la paz constante? El éxito de Predator: Badlands es el fracaso de nuestra capacidad de ser felices.

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