🦴 UN HUESO ANCESTRAL REESCRIBE LA INTERACCIÓN ENTRE ABORÍGENES AUSTRALIANOS Y MEGAFAUNA
La historia se escribe con tinta y se reescribe con la luz del microscopio. Durante décadas, una pequeña muesca en la tibia de un canguro gigante extinto (el canguro de cara corta, Sthenurinae) fue el "arma humeante" de la paleoantropología australiana.
Este hueso fue el pilar de una narrativa histórica. Ahora, la tecnología de imagen 3D nos obliga a demoler ese pilar 💥. El nuevo análisis no solo absuelve a los primeros australianos de ser "carniceros indiscriminados", sino que los eleva a una categoría mucho más sofisticada: los primeros paleontólogos del continente. Esto no es una simple corrección; es un cambio radical en nuestra comprensión de la profunda y matizada coexistencia de las Primeras Naciones con su paisaje biológico.
El hueso en cuestión, hallado en la Cueva Mammoth (Australia Occidental) y estudiado desde los años 80, presentaba una muesca en forma de V.
La Nueva Tecnología Revela la Cronología: La reexaminación del hueso con microtomografía computarizada (microCT) y análisis microscópico de alta resolución reveló una verdad estructural.
El corte interseccionaba y se detenía en una serie de grietas profundas que ya se habían formado a medida que el hueso se fosilizaba y encogía. La Sentencia Estructural: Este detalle es crucial: el corte fue hecho cuando el animal ya estaba muerto y su hueso ya era un fósil, no mientras la carne aún estaba fresca.
La marca fue el resultado de que humanos curiosos intentaron extraer o manipular el hueso de la pared de la cueva, o usarlo como material, miles de años después de la muerte del animal.
La nueva interpretación del hueso se ve reforzada por otra evidencia que subraya la sofisticada relación cultural de los aborígenes con los restos de la megafauna.
El Diente como Amuleto: Los investigadores examinaron el diente fosilizado de un diprotodóntido (un marsupial del tamaño de un rinoceronte) que fue encontrado lejos de su probable origen geológico, sirviendo como un amuleto o joya de una de las Primeras Naciones.
El Valor del Hueso Ancestral: La presencia de este diente, transportado y valorado, y la muesca en el canguro gigante, sugieren una apreciación simbólica y estética de los fósiles. Mucho antes de la llegada de la ciencia europea, las Primeras Naciones estaban recogiendo, transportando y quizás intercambiando estos restos, demostrando un conocimiento y un interés profundo por la historia de la vida en su continente.
Esta evidencia se suma a la escasez general de pruebas sólidas que vinculen la extinción de la megafauna (como el Diprotodon o el ave gigante Genyornis) con la cacería humana masiva.
El Vacío Evidencial: Si los humanos hubieran sido responsables de una "guerra relámpago" de exterminio, la paleontología esperaría encontrar sitios de matanza masiva, huesos con marcas de carnicería abundante o armas especializadas para presas grandes. Tal evidencia es prácticamente inexistente en Australia.
El Papel del Clima: El debate se reabre con fuerza: la extinción ocurrió probablemente debido a la combinación de la presión climática (un aumento de la aridez) y un estrés ecológico añadido por la presencia humana (como la gestión del paisaje mediante quemas), pero no por una caza sistemática e insostenible. Se trata de un ajuste ecológico complejo, no de una masacre bárbara.

Publicar un comentario