🎤 La Terapia y los Tres Chistes Malos que te Cuentas
Si la terapia es incómoda, no es porque sea difícil. Es porque te has enamorado de tu propio dolor.
Seamos honestos: todos entramos a terapia pensando que somos el protagonista de una serie profunda y compleja. Y claro, queremos al terapeuta que nos dé el insight épico. ¡Error! La terapia es un stand-up donde el comediante eres tú y tu mejor chiste es tu "voluntad de no cambiar".
Para que este costoso show semanal funcione, tienes que dejar de contarte tres chistes internos que el Whisker Wordsmith ya se ha aprendido de memoria:
La gente cree que el Vínculo Terapéutico es como encontrar a tu alma gemela psicológica. ¡Falso!
Vas a terapia y dices: "Mi terapeuta es tan bueno, tan empático... él/ella me va a salvar." La Realidad (El Clímax Cómico): Si el terapeuta es tu salvador, tú eres el niño indefenso que espera en el castillo. El terapeuta no necesita que seas un protagonista; necesita que seas un colaborador que paga a tiempo. Si el vínculo es demasiado cómodo y no te reta, no estás en terapia; estás en una sesión de catering emocional.
La Alianza Terapéutica no es un abrazo cálido, es un contrato de trabajo donde ambos tienen que sudar. Si tu terapeuta no te ha dicho una verdad incómoda que te hizo pensar, probablemente solo te está dando palmaditas en la cabeza. ¡Y eso lo puede hacer tu gato gratis!
Todos tenemos la intención de cambiar... justo hasta que el cambio implica dejar de hacer lo que nos hace sentir miserables.
Llegas a la consulta y declaras: "Quiero ser feliz, dejar de autosabotearme, y por fin escribir ese libro." La Realidad (El Mecanismo de Auto-Engaño): El terapeuta te da una tarea simple: "Observa cuándo te mientes a ti mismo." Sales, pasas la semana esquivando esa tarea como si fuera una llamada de un cobrador y regresas el martes siguiente diciendo: "Es que la vida se interpuso..." ¡Mentira! Te interpusiste tú mismo.
Tu Intención Profunda es directamente proporcional a tu disponibilidad para sentirte estúpido. El 90% del trabajo ocurre fuera de la sesión. Si no estás haciendo la tarea, la terapia es un costoso gimnasio donde solo vas a mirar las pesas y luego te comes una dona.
Queremos la estabilidad de un marco, pero solo cuando nos conviene.
Te saltas tres sesiones, solo vuelves cuando el mundo se incendia y esperas que el terapeuta te responda el WhatsApp a las 3 AM. La Realidad (La Recursividad del Caos): Usar la terapia solo en crisis (terapia de bomberos) refuerza tu patrón de vida: solo actúas cuando hay fuego. El encuadre (el ritmo, la hora, el límite) no es una regla burocrática; es la primera lección: la vida estable tiene límites previsibles.
El terapeuta te enseña a encender tu propia linterna. Si lo llamas a medianoche, le estás pidiendo que se convierta en tu lámpara de noche. Y créeme, ningún terapeuta quiere ser tu lámpara de noche. Tu caos no es una emergencia, es una elección.
La terapia no es para que te arreglen; es para que dejes de disfrutar secretamente de estar roto. En el momento en que aceptas que el único responsable de tu sufrimiento recurrente eres tú (y puedes reírte de ello), el proceso realmente comienza. ¡Pasa la factura y haz la tarea!

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