La Nación Cierra, Pero el Cajero No: El Nuevo Patriotismo es Transaccional



El gobierno federal, esa gigantesca maquinaria de procesos y papeles, está al borde del colapso. Un cierre de Gobierno se alza como una amenaza existencial, prometiendo paralizar desde los museos hasta las agencias reguladoras. Pero en medio de este drama fiscal, una voz se alza con una promesa de tranquilidad: los militares seguirán cobrando.


Esta no es una simple medida de sensatez; es un acto de Ingeniería de la Lealtad quirúrgicamente diseñado.

La clase política sabe bien que hay sectores que, si se detienen, el colapso no es burocrático, sino estructural. El militar, el que porta el fusil y jura obedecer, es el engranaje más crítico. Al asegurarles el sueldo, el mensaje no es: "valoramos tu sacrificio," sino: "garantizamos tu complacencia."

Se compra la estabilidad, no con ideología o principios, sino con la eficiencia del depósito directo. Es una póliza de seguro moral que asegura que, incluso si el país se detiene por el capricho político, la fuerza necesaria para mantener el orden interno (o para ejecutar cualquier mandato) seguirá siendo alimentada. La lealtad, en la cúspide del poder, es un bien de consumo.

El Patriotismo Transaccional

Y así llegamos a la nueva verdad ineludible: el Patriotismo Transaccional.

Hemos convertido el noble ideal del servicio a la nación en una simple relación laboral de alto riesgo. El patriotismo ya no se mide en la voluntad de sacrificio, sino en la fiabilidad de la transferencia bancaria.

La promesa de pago revela la incómoda realidad de que en una sociedad hipercompleja y polarizada, el último bastión de la ley y el orden solo es innegociable si su remuneración también lo es. Si el cheque falla, el ideal colapsa. El sacrificio es una variable, pero el salario es una constante.

Lo verdaderamente irónico es que, al asegurarles el pago, los líderes políticos devalúan sutilmente el significado del servicio. Están diciendo: "Sabemos que el resto del sistema es prescindible, pero eres demasiado valioso para arriesgarte. No por tu misión, sino por la fuerza que controlas."

Esta maniobra es al mismo tiempo una acción responsable y un acto de profunda desconfianza hacia la integridad de la propia institución militar, tratándola como un actor económico que debe ser apaciguado para evitar una crisis mayor.

El verdadero acto patriótico en un cierre de Gobierno no debería ser asegurar el pago a algunos, sino garantizar la integridad y estabilidad de todo el Estado. Pero eso, por supuesto, sería política de principios, y esa, queridos lectores, no cotiza en la bolsa de la Ingeniería de la Lealtad.

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