LA INGENIERÍA DE LA IMPUNIDAD: Por Qué el Diseño Algorítmico Devalúa la Ciudadanía Digital
El obstáculo en la denuncia de contenido ilegal no es una negligencia corporativa, sino la aplicación de un rigor burlesco. Las plataformas convierten el acto de señalar el crimen en un ejercicio de desgaste cómico que asegura la prevalencia del tráfico tóxico, revelando la burla de la ley digital.
El informe que acusa a Meta y TikTok de obstaculizar las denuncias no es una sorpresa para el observador cínico. La dificultad para reportar un acto ilegal en estas plataformas no es un subproducto; es el producto principal de su diseño. La arquitectura de la impunidad opera bajo un principio sencillo, formulado con una ironía deliciosa por Voltaire: "Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado." En este caso, el "gobierno" es la corporación, y tener razón (identificar el contenido ilegal) es un peligro para sus beneficios.
La táctica empleada por estas megacorporaciones es el desgaste burocrático elevado a la escala digital. El psicólogo Albert Ellis, creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual, nos enseñó que la ansiedad surge a menudo de las creencias irracionales ("Debo ser perfecto", "Todo debe ser fácil"). Las plataformas explotan esta neurosis: imponen un rigor burlesco en el proceso de denuncia, obligándote a pasar por diez clics, cinco menús desplegables y una docena de campos de texto irrelevantes. La creencia irracional que inculcan es: "Si el proceso es tan difícil, mi denuncia no debe ser importante." El usuario, enfrentado a la tiranía de lo trivial, se rinde por fatiga emocional y cognitiva. El algoritmo gana, no por ser ético, sino por ser infinitamente aburrido.
El escritor Oscar Wilde señaló que el único modo de librarse de la tentación es caer en ella. Para las plataformas, la tentación es el capital de la toxicidad. El contenido ilegal (discurso de odio, desinformación radical, fraude) es, paradójicamente, el más viral y el que genera mayor engagement. Las corporaciones no quieren limpiarlo, solo necesitan una coartada legal para no ser legalmente responsables de su existencia. La Ley de Servicios Digitales (DSA) de la UE obliga a la facilidad de la denuncia, pero la respuesta de Meta y TikTok es la parodia funcional: ofrecen la opción de denunciar, pero la hacen deliberadamente ineficaz. La dificultad no es un error de programación; es la firma cínica de un acto de desobediencia corporativa.
La lección es clara: la ciudadanía digital es un campo de batalla donde tu voluntad de juicio es constantemente puesta a prueba. El informe europeo es el acta de acusación, pero la solución real no vendrá de una ley, sino de la persistencia irritada del usuario. La conciencia soberana debe negarse a ser neutralizada por el laberinto de formularios. El verdadero triunfo es hacer que la impunidad sea más costosa que la limpieza.

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