LA GÉNESIS FRACASADA: CUANDO EL CÓDIGO EXPONE AL CREADOR


El mundo ama la figura de la autoridad inquebrantable, el sanador que proyecta certeza. Queremos creer que la bata blanca es un escudo contra la fragilidad humana, pero la verdad es una herida abierta: el engaño no fue un error, sino una ficción creadora construida durante décadas. La mentira no colapsó por la moral, sino por un código binario irrefutable. El ADN, el manual de instrucciones biológico que juró interpretar, se convirtió en el juicio final contra su propia autoridad.

El apetito de la mente humana por la estabilidad se satisface con el relato del salvador. Este impulso establece la conexión del tema con el Arquetipo del Golem, la creación que se vuelve contra su creador. Sin embargo, en la sala de consulta, el concepto de "confianza médica" se revela como una fantasía lírica que oculta una patología sistémica: el doctor confundió su derecho a la vida con su derecho a la autoridad absoluta. Su vocación no fue sanar a otros, sino construir una armadura existencial contra su propia insignificancia.

La persecución de la verdad en el ámbito del poder es un error conceptual. El verdadero desafío no reside en la revelación de la acción, sino en la traición de la vocación. El engaño no fue un evento sexual o social; fue un acto de voluntad de poder nietzscheana aplicada a la biología. La paradoja quiebra la verdad asumida: el guardián de la vida fue el mayor destructor de la verdad biológica. Su fracaso no es moral, es ontológico, una guerra contra el ser que lo obligó a convertirse en su propia creación, su propio mito.

El conflicto obliga a una transformación conceptual. La ciencia, que le dio el poder de la bata blanca, es la que ahora lo juzga. El ADN no es un simple testigo, es la memoria ineludible del organismo, el registro que no puede ser manipulado por la narrativa humana. El punto de inflexión es el trauma colectivo al aceptar que la base de la confianza social es tan frágil. La única estrategia que "supera" el engaño es la que dicta la maestría trágica: la exposición total y el juicio implacable del propio código.

El fin de la fe ciega no será social, sino tecnológico. La proyección indica que la autoridad dejará de ser una cualidad humana para convertirse en un estado de verificación constante. En el futuro, la verdad no será ganada por confesiones, sino por modelos predictivos de transparencia genética. La lección perenne es que la única ficción sostenible es la que no viola las leyes fundamentales de la existencia.

¿Qué haremos como sociedad cuando la tecnología elimine la posibilidad de la fe ciega y el ser humano se enfrente al dilema: vivir sin ficción o colapsar ante la verdad irrefutable del código?

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