La Deuda Estructural de la Hegemonía: El Costo Operativo de Centralizar el Poder Político

La consolidación del poder no es una ganancia, es la adquisición de una deuda estructural masiva. El costo operativo del disenso siempre será mayor que el costo de la reforma institucional.



El análisis con el Brutalismo Narrativo exige que veamos el plan de Morena para 2027 no como una estrategia electoral, sino como una operación de ingeniería estructural. La apuesta por la fortaleza de Sheinbaum es la adquisición de una deuda política inmensa, donde el payoff es la hegemonía total y la liquidación del disenso.

La jugada central es el Principio de Capitalización de la Hegemonía (PCH). Este principio opera bajo la premisa de que la legitimidad popular actual debe ser transformada en activos institucionales no negociables antes de que la popularidad se evapore. El plan es asegurar el control sobre tres procesos simultáneos:

  1. El Revocatorio: Utilizado no como ejercicio democrático, sino como un referéndum constante de popularidad que anula a la oposición al forzarla a un debate de supervivencia.

  2. Intermedias: Un intento por solidificar una mayoría constitucional que permita la reforma judicial y electoral, liquidando los contrapesos históricos.

  3. Judiciales: La reforma más brutal. Busca reducir la deuda de la rendición de cuentas al someter al Poder Judicial a la órbita de la mayoría política.

La lógica central que rige este proceso es la Ley de la Conservación del Conflicto. El poder no elimina el conflicto; lo centraliza y lo hace más costoso. Cuanto más se centraliza el control (liquidando la deuda de la alternancia), mayor es el costo operativo del disenso para el sistema. El partido está asumiendo la deuda estructural que antes estaba distribuida en los contrapesos institucionales.

La sentencia brutal es que este plan tiene un alto riesgo de iliquidez. Si la popularidad de la figura central (Sheinbaum) cae antes de los procesos de 2027, el activo hegemónico se devalúa masivamente. La máquina que se construyó para consolidar el poder se convierte en una carga operativa pesada en un entorno de descontento. La única forma de mantener el control es a través de la fuerza coercitiva que la mayoría constitucional habrá consolidado.

El veredicto final es que esta es una apuesta de alto riesgo que busca liquidar la deuda histórica de la democracia. Pero la deuda política no se liquida; se reestructura. Y cuando se reestructura con base en la concentración, el colapso, si llega, es siempre más violento.

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