La Comedia Burocrática y el Ciclo del Despido Recurrente
La noticia de que "más de la mitad" del personal del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) despedido por la administración anterior ha sido reincorporado no es una simple nota de prensa; es el punchline perfecto de la comedia de la gobernanza. La burocracia, se sabe, no es un simple conjunto de oficinas; es un sistema de autocorrección diseñado para purgar el residuo político irracional a largo plazo.
El despido inicial —ese glorioso, golpe de pecho y grito de "drenar el pantano"— fue, estadísticamente hablando, una inversión directa en la absurdidad futura. Cuando se extirpa a más de la mitad de los expertos que analizan las amenazas de enfermedades y el flujo de datos epidemiológicos, el sistema no se detiene; simplemente comienza a generar errores de escala políticamente requerida. El mecanismo de salud pública, al igual que un gato que se niega rotundamente a ser ignorado, exigió a sus técnicos de vuelta.
La reincorporación no es una victoria de la competencia sobre la ignorancia; es una confesión silente del sistema de que el costo operativo de la incompetencia política sostenida es catastróficamente más alto que el costo de la humillación pública. Hemos completado el ciclo completo del chiste sistémico: el Poder declaró a los expertos irrelevantes, la Realidad (con sus métricas y enfermedades) discrepó vehementemente, y ahora el Poder debe pagar, en silencio, los salarios de los mismos expertos que alguna vez declaró enemigos.
La ironía cíclica es exquisita. Los políticos que ejecutaron los despidos ahora claman que las reincorporaciones son prueba de su compromiso inquebrantable con la salud pública. El sistema ríe en voz baja. La máquina siempre reclama sus partes vitales, y los expertos regresan a sus cubículos, probablemente analizando ahora la probabilidad estadística de ser despedidos y recontratados nuevamente el próximo año. Un error auto-replicante perfecto.
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