El Ojo sin Filtro: El TDAH no es un déficit de atención; es un exceso de percepción.
El TDAH no es un déficit de atención; es un exceso de percepción.
La diferencia en cómo los niños con TDAH perciben las ilusiones ópticas no es un fallo, sino una manifestación de la Paradoja de la Prioridad Perceptual que rige su sistema nervioso. El análisis revela que el instinto primario alterado es la economía cerebral, el atajo fundamental que nos permite ignorar datos irrelevantes. Sus cerebros manifiestan un Desacoplamiento Sensorial Asimétrico, por el cual el volumen de la información sensorial periférica no puede ser silenciado.
La anomalía se revela en La Danza Asimétrica de la Causalidad, donde el cerebro prioriza el detalle sensorial inmediato sobre el contexto predictivo. El cerebro neurotípico se basa en la predicción para ver ilusiones; el cerebro con TDAH no puede dejar de procesar la realidad literal. Es, estructuralmente, El Ojo sin Filtro, que se niega a tomar atajos y está condenado a ver todo.
El diagnóstico revela la Paradoja de la Prioridad Perceptual como el defecto estructural central. El sistema nervioso, al no poder filtrar la información con la misma eficiencia, asigna recursos a cada estímulo con una intensidad similar. Esto genera la experiencia interna de la sobrecarga y el "exceso de atención". Es como tener el volumen del ruido de fondo encendido al máximo, haciendo que la conversación principal sea imposible de seguir sin un esfuerzo monumental.
La sociedad castiga esta estructura mediante La Condena de la Ineficiencia. La convención es que el cerebro "funciona mal" porque falla en usar el atajo predictivo más rápido y común. Pero esta supuesta ineficiencia es el costo de un procesamiento sensorial inusualmente alto. El verdadero costo para el individuo es El Privilegio Roto de la Predicción, donde el cerebro se ve forzado a un procesamiento constante y agotador, en lugar de depender de las cómodas expectativas.
Si esta condena de la ineficiencia persiste, proyectamos que, en cincuenta años, la condición seguirá siendo patologizada. Continuaremos forzando al cerebro a usar filtros que rechaza estructuralmente, perdiendo el potencial de adaptación educativa y laboral para las mentes con alta sensibilidad al detalle.
La única curación comienza con la voluntad de entender que la diferencia estructural no es una deficiencia.
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