El Guion del Balón de Oro
La farsa ha comenzado, y el guion está escrito.
El debate sobre Dembélé y Yamal no es una discusión de fútbol, es una farsa. Un show montado para la audiencia. El Balón de Oro 2025 ya no se gana en el campo. Se decide en un estudio de televisión, en la sala de prensa y en las redes sociales. Lo que vemos no es un partido, sino una audición. Los jugadores no son futbolistas, sino actores que interpretan un papel. Se enfrentan dos guiones, dos narrativas de Hollywood, dos productos diseñados para captar la atención de la audiencia global.
La narrativa de Dembélé es la del héroe trágico. Es el guion de la redención. El niño prodigio que lo tuvo todo, lo perdió todo, se equivocó y, de repente, regresó de las cenizas. Su historia es una mezcla de tragedia, fracaso y esperanza. Es un drama emocional que conecta con el público. La prensa adora a los perdedores que se convierten en ganadores. El público ama una buena historia de redención. Y en el negocio de las narrativas, la redención es la joya de la corona.
"El fútbol es un teatro, y el Balón de Oro, un premio de la Academia."
La narrativa de Yamal, por otro lado, es el guion de la perfección. Es el clásico cuento de hadas. El chico que lo hace todo bien, que nunca se equivoca, que asciende de manera meteórica sin un solo error. Es el producto perfecto de una mercadotecnia agresiva, que lo ha posicionado como el futuro de la industria. Su historia no busca conectar con la emoción, sino con la admiración. Es un guion de éxito, una línea recta que sube sin obstáculos, diseñada para maximizar el valor de la estrella en el menor tiempo posible.
La realidad es que el talento en el campo es solo una variable más en una ecuación de marketing. La votación es un simple cálculo de popularidad, de exposición en los medios y de la capacidad de generar ingresos. Al final, el Balón de Oro no se lo llevará el mejor jugador, sino el actor que mejor interpretó su papel. Y en esta farsa, la única tragedia es que la pureza del juego se ha vuelto irrelevante.
La próxima vez que veas un partido, no busques el talento, busca la narrativa. Al final, en este circo de la mercadotecnia, el Balón de Oro no es un premio a la grandeza, sino el reconocimiento al mejor guion.

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