Un Estudio sobre la Diplomacia y la Etiqueta en Tiempos de Guerra FrÃa en el Sudeste Asiático
Madam Bigotitos
La diplomacia, en los más altos cÃrculos, no es más que el arte de sonreÃr mientras se planea un desastre. La escena de las tensiones en el Sudeste Asiático bien podrÃa compararse con un gran salón de baile, donde las naciones se mueven con una etiqueta exquisita, pero con los corazones llenos de recelo. Las recientes noticias sobre el frágil alto el fuego en la frontera entre Tailandia y Camboya no son, en esencia, más que un chisme de pasillo que se ha hecho demasiado grande para ser ignorado. Es una disputa de "propiedad y honor", cuyos orÃgenes se remontan a la disputa centenaria por el templo de Preah Vihear. A pesar de las resoluciones de la Corte Internacional de Justicia de 1962, los protagonistas continúan su baile, demostrando que una sentencia, al igual que una promesa, puede ser un adorno trivial en un salón lleno de intenciones ocultas.
El verdadero drama no está en las palabras que se pronuncian en las mesas de negociación, sino en las que se callan. Mientras se firman tratados de paz, el número de escaramuzas militares en la frontera y el número de desplazados en la zona son cifras que, aunque se consideren de mal gusto en un salón, revelan que la cortesÃa es una coraza para el corazón y, a veces, una daga para el enemigo. El impacto de este juego de apariencias recae, por supuesto, en los invitados involuntarios a este baile: la gente común de la frontera, cuyas vidas y comercio están a merced de las "buenas costumbres" y las "malas intenciones" de los actores involucrados.
El conflicto, como un rumor, puede ser más destructivo en los susurros que en los gritos. Y en este salón de la discordia, el futuro del Sudeste Asiático pende de un hilo tan delicado como una conversación en una fiesta.
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