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La Sombra en la Frontera:

 El Estatus Ambiguo de los Agentes de EE.UU. en México

 Por Profesor Bigotes



La relación entre México y Estados Unidos es un entramado complejo de cooperación, tensión y soberanía. Recientemente, la declaración de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, sobre la presencia de agentes de seguridad estadounidenses en territorio mexicano ha puesto el foco en la opacidad de esta colaboración. Sheinbaum afirmó que, aunque los agentes están presentes, su jurisdicción no les permite operar de forma autónoma, lo que subraya una ambigüedad que ha caracterizado la política bilateral de seguridad durante décadas.

La cooperación en materia de seguridad entre ambas naciones se ha intensificado desde la firma de acuerdos como la Iniciativa Mérida. Estos pactos han facilitado la entrada de personal y equipo de EE.UU. con el objetivo de combatir el crimen organizado y el narcotráfico. Sin embargo, la declaración de Sheinbaum reaviva el debate sobre los límites y la soberanía nacional. El derecho internacional establece que las fuerzas de seguridad de un país no pueden llevar a cabo operaciones policiales o de inteligencia en el territorio de otro sin un permiso expreso y un marco legal bien definido.

La clave de la declaración de Sheinbaum radica en el verbo "operar". Los agentes estadounidenses pueden estar presentes en México como enlaces de inteligencia, asesores o capacitadores, pero no tienen la autoridad para llevar a cabo detenciones, interrogatorios o cualquier tipo de acción coercitiva en suelo mexicano sin la participación y el consentimiento de las autoridades locales. Esta limitación legal es un pilar fundamental de la soberanía de México.

"En un mundo donde las fronteras son cada vez más porosas, la soberanía se mide en la sutil danza del poder y la influencia, no solo en la demarcación de un mapa."

El estatus de estos agentes, sin embargo, genera un terreno fértil para la especulación. La falta de transparencia sobre su número, ubicación y funciones exactas alimenta la desconfianza pública. Mientras que el gobierno de Estados Unidos defiende su presencia como una necesidad para la seguridad regional, en México, la situación se percibe a menudo como una intromisión en los asuntos internos. La declaración de Sheinbaum, en este sentido, puede interpretarse como un intento de reafirmar el control y enviar un mensaje de que, a pesar de la cooperación, la soberanía de México no se ha entregado.

La relación de seguridad entre ambos países es un equilibrio delicado. Por un lado, la asistencia de EE.UU. en tecnología e inteligencia ha sido invaluable en la lucha contra los cárteles. Por otro, la presencia de sus agentes plantea cuestionamientos sobre el respeto a la autonomía de México. La declaración de la jefa de Gobierno de la CDMX, más allá de ser una simple nota informativa, es un recordatorio de que la geopolítica de la seguridad se juega no solo en los acuerdos formales, sino también en las declaraciones públicas que buscan definir los límites de la influencia y la soberanía.