La Psicosis de un Gran Relato
"El mundo que vemos no es un hecho, sino un acto de interpretación. Y la manipulación más peligrosa es la de la realidad misma."
La noticia me atrapó por su aparente improbabilidad: "Un raro trastorno neurológico hace que una mujer vea a las personas como dragones". Mi mente, entrenada en la lógica y la objetividad, buscó una explicación. Se llama prosopometamorfopsia, o el "síndrome de la cara de demonio".
Y esa es la parte que me heló. Lo que le ocurre a ella de forma individual, no es tan diferente de lo que nos ocurre a todos de forma colectiva. El poder no solo manipula datos o deseos; manipula la realidad. Construye un "Gran Relato" tan convincente, tan omnipresente, que nuestras mentes comienzan a verlo como la única verdad. Este relato colectivo tiene sus propios "dragones": los "otros", los que no encajan en la narrativa. El inmigrante, el disidente, el vecino con una ideología diferente. Y así como la mujer ve caras deformadas, nosotros vemos figuras deformadas. La narrativa se vuelve un trastorno neurológico social.
He estudiado a Carl Sagan, y él siempre dijo que la ciencia nos daba una linterna en la oscuridad, un faro de la verdad. Pero la luz no solo revela lo que es, también proyecta sombras. Y en esas sombras, el poder siembra sus "dragones". Las noticias se vuelven una terapia de choque constante, diseñadas para mantenernos atemorizados. Se nos dice que el enemigo está afuera, que el peligro está en las calles, que la libertad es un lujo que se debe sacrificar por la seguridad. Esta narrativa nos empuja a ver a nuestros vecinos, a nuestra gente, como el enemigo, como la amenaza.
La diferencia es que la mujer del titular sabía que lo que veía no era real. Su cerebro le decía una cosa, pero su lógica le decía otra. Ella podía contrastar su percepción con la realidad de las personas que conocía y amaba. ¿Pero qué pasa cuando una sociedad pierde esa capacidad? ¿Qué pasa cuando la narrativa es tan fuerte que la realidad se vuelve el fantasma, el dragón? La gente no necesita que les mientan. Solo necesitan que la historia sea tan poderosa que la verdad se vuelva irrelevante.
El "Gran Relato" del poder nos enseña a ser cazadores de "dragones". Nos vende la idea de que somos héroes en una lucha épica, cuando en realidad solo somos peones. Esta manipulación nos empuja a ver a nuestros propios hermanos como monstruos. Nos hace aceptar, incluso celebrar, la pérdida de nuestra humanidad, bajo la ilusión de que estamos luchando por ella.
Este capítulo se cierra con una pregunta que me persigue: si el poder puede distorsionar nuestra percepción del mundo y de las personas que amamos, ¿cómo podemos sanarnos? ¿Cómo podemos escapar de una narrativa que se ha vuelto un trastorno neurológico colectivo? En el próximo capítulo, exploraremos la respuesta: la última defensa. La capacidad de una comunidad de crear su propio relato, una narrativa de resistencia, amor y verdad.
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