-->

La Partitura del Cerebro:

 Un Viaje a la Neurociencia y Creatividad detrás de la Sinestesia

Por Maestro "Mic" Felino



No es magia, es neurociencia. Y es la herramienta más poderosa que he encontrado para crear. La sinestesia, ese fascinante cruce de cables sensoriales, tiene una base científica que nos ayuda a entender no solo cómo percibimos el arte, sino cómo se produce. En este artículo, me alejaré un poco del romanticismo para sumergirme en los estudios y la teoría detrás de mi experiencia personal.

A diferencia de lo que se podría pensar, la sinestesia no es una ilusión ni un superpoder; es un cableado neuronal inusual. Las investigaciones en neurociencia sugieren que en los cerebros de los sinestésicos, las áreas responsables de procesar diferentes sentidos están más conectadas de lo normal. En términos sencillos, cuando escucho una nota, el impulso nervioso viaja no solo al centro auditivo, sino que también activa, sin yo pensarlo, el centro visual del color. Es un flujo de información incontrolable, automático y consistente. Por ejemplo, mi "Do" mayor siempre será un amarillo brillante, y mi "Re" menor, siempre un verde melancólico.

Si revisamos la teoría musical, veremos que la música se rige por estructuras y relaciones que para mí tienen una manifestación visual directa. Un acorde, por ejemplo, es más que la combinación de notas; es una combinación de colores. Los acordes mayores, con su plenitud, suelen manifestarse en colores vibrantes, cálidos y luminosos. Son los colores que pintan el paisaje de un día soleado, como el estallido de luz amarilla y naranja que percibo en el optimista estribillo de "Here Comes the Sun" de The Beatles, que está en La mayor. Los acordes menores, con su naturaleza más melancólica, se presentan como tonos fríos y profundos. Para mí, la suave introducción de "Claro de Luna" de Debussy, con su armonía en Do sostenido menor, es una neblina de azul y violeta que se mueve lentamente.

La conexión entre la música y el color va más allá de la sinestesia; está profundamente arraigada en la psicología del color. Ambas disciplinas utilizan un lenguaje emocional similar. En música, los acordes de dominante o la percusión potente pueden generar una sensación de tensión y energía, al igual que el rojo y el naranja evocan pasión, ira y urgencia en la paleta de un pintor. Del mismo modo, los acordes menores o las melodías lentas y melancólicas suelen estar asociadas con la tristeza o la serenidad, cualidades que el azul comparte. Por ejemplo, el riff de guitarra en el himno de rock "Purple Haze" de Jimi Hendrix, un himno a la psicodelia, no solo suena a púrpura para mí, sino que también evoca la sensación de misterio y ambigüedad que el color representa.

La sinestesia es, en esencia, un recordatorio de que la creatividad es la capacidad de conectar lo que parece desconectado, de ver colores en los sonidos y de encontrar música en el silencio. Es un don que, si bien es inherente en algunos, es una práctica que todos podemos cultivar. Al prestar atención a estas conexiones, todos podemos enriquecer nuestra percepción del mundo y liberar nuestra creatividad, pintando nuestras propias vidas con la sinfonía de los sentidos.