Marilyn Manson, entre la Leyenda Negra y el Refrán Popular
Por Whisker Wordsmith
¡Ay, mis queridos lectores, mis cat-rinas y cat-rines del alma! Si hay algo que nos gusta en México más que un buen chismecito de lavadero, es ver cómo las leyendas, esas que se tejen de boca en boca, a veces regresan como el tío que prometió irse pero nomás se hizo de rogar. Y hablando de "aparecidos", ¿quién creen que anda queriendo hacerle al Lázaro en el mundo de la música? ¡Ni más ni menos que el buen Marilyn Manson, ese mero, el que parecía sacado de un cuento de la Llorona, pero con más piercings y menos lamentos!
En esta su columna, su servidor Whisker Wordsmith, el que le saca brillo al refrán popular y le encuentra el lado "pícaro" hasta a la tragedia, les va a echar un ojo a este "regreso" que más bien parece un remake de película de terror de bajo presupuesto. Porque, digámoslo sin pelos en la lengua, el señor Manson se había metido en un broncón que ni el Diablo en procesión.
Miren, en los ayeres, allá por los gloriosos noventas, este señor Brian Warner, que se disfrazaba de Marilyn Manson, era como el "Chupacabras" del escenario: todos hablaban de él, asustaba a las abuelitas y lo veías en la tele y sentías que te ibas a confesar el domingo aunque no fueras a misa. Era el que le daba "sabor al caldo" con sus canciones ruidosas y su pinta de espanto. Un verdadero "Anticristo Superstar", como se autonombraba. ¿Y qué creen? Le funcionó, ¡y de a peso!
Pero como dice el dicho, "no hay fecha que no se cumpla, ni deuda que no se pague". Y en su caso, la cosa se puso más fea que cucaracha en baile. A partir del 2020, empezaron a salir a la luz puras historias que ni en el Circo de los Horrores de "El Santo y Blue Demon contra los Monstruos". Varias damitas, y la mera mera que le puso el cascabel al gato, la actriz Evan Rachel Wood, le echaron montón con acusaciones que, ¡híjole!, ni en la peor de las películas de terror. Que si abuso por aquí, que si maltrato por allá, que si "se te chispoteó" el respeto por acá. La cosa es que al señor lo mandaron a la "friendzone" de la fama, y no a la de amigos, ¡sino a la de "fuera de mi vista"! Adiós contratos, adiós conciertos, adiós a que te pasen el chicle. Le dieron "palo, si quieres que ande".
Ahora resulta que el señor Manson anda queriendo "sacudirse el polvo" y volver al ruedo. ¡Pásenle al chismecito! Y aquí es donde la cosa se pone más interesante que pelea de comadres, porque su "regreso" no es nomás de poner un disco nuevo y ya. ¡No, señor! Es como ver si el pueblo lo "perdona" o si le saca la escoba. Y es que este relajo es un "espejo" de lo que vivimos hoy con eso de la cultura de la cancelación.
"No hay peor sordo que el que no quiere oír": Las Voces que no se Olvidan. Antes, las broncas de los famosos se barrían debajo de la alfombra o se arreglaban con un buen abogado y una disculpa de dientes para afuera. Pero con el chismógrafo global que son las redes sociales, ¡ay, nanita! Las voces de las víctimas se hicieron un coro que retumbó más fuerte que banda de pueblo en plena fiesta patronal. El movimiento #MeToo les dio el megáfono, y ahora, si el señor quiere volver a cantar, tiene que pasar por el juicio de la gente, que no olvida tan fácil. Esas denuncias son como el chile que te pica dos veces.
"El que peca y reza, empata": ¿Perdón o Apatía? La pregunta del millón, mis cuates: ¿se le puede "perdonar" a alguien que tiene semejantes acusaciones encima? Y si sí, ¿cómo? ¿Con una florecita y una canción bonita? Para muchos, que el señor Manson intente volver sin ni siquiera decir "con la pena" o "me equivoqué", es como si nos viera la cara de cuates. Es no querer hacerse responsable de la "regada". Y en este punto, el público es como la señora de la fonda: si no das la cara, no te vuelven a servir.
"Candil de la calle, oscuridad de su casa": Fama que va, fama que viene. Este Manson siempre fue de los que les gustaba el escándalo, ¿verdad? Era su "gancho". Pero ahora, con las acusaciones, su fama se volvió de "mala leche". Y nos hace ver que la fama es como el dinero: hoy la tienes, mañana quién sabe. La gente, de repente, se le olvida rápido lo que pasó o le entra la curiosidad de ver al "monstruo" otra vez. ¿Será que nos gusta el morbo más que un buen chisme? Ahí les dejo la pregunta, como la mosca en la sopa.
"El que a hierro mata, a hierro muere": Los Medios y el Chismecito Digital. Antes, el chisme se cocinaba en las revistas de farándula. Ahora, ¡ay, qué barbaridad! En las redes sociales, una noticia vuela más rápido que chismoso en velorio. El regreso de Manson, por más silencioso que quiera ser, se hace un "trending topic" en un dos por tres, y la gente se polariza como si fuera partido de fútbol. Unos defienden que "todos merecen otra oportunidad" (como si fuera el examen de extraordinario), y otros dicen que "ni a la esquina" debe ir. Es una batalla campal de opiniones, y a veces, la verdad se pierde entre tanto griterío.
"Dios perdona, pero el tiempo no": ¿Separar la Olla del Frijol? Y la pregunta que siempre sale cuando un artista se mete en líos: ¿podemos seguir escuchando sus canciones como si nada? ¿O ya todo lo que hizo "apestó"? Para algunos, la música es música, y no tiene la culpa de lo que haga el que la canta. Para otros, si el creador es "calaca", su arte también se contamina. Es un dilema que ni con agua bendita se resuelve, y cada quien tiene que ver si le entra o no al "caldo de su gallo".
En fin, mis queridos amigos, el regreso de Marilyn Manson no es un concierto más; es un "experimento social" que nos pone a pensar. Es como ver si el pueblo le da el "santo y seña" de nuevo, o si lo manda "a freír espárragos". Nos hace confrontar la fragilidad de la fama, la voz que se les da a los que sufrieron y la eterna lucha de la sociedad por definir los límites de la aceptación y la redención en este julio de 2025.
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