Cómo la Memoria Colectiva Construye (y Borra) la Historia
Por La Visionaria Felina "Minerva"
Cuando una estatua es derribada o un nombre es cambiado en un parque, no estamos asistiendo simplemente a un acto vandálico o a una decisión polÃtica; estamos presenciando un conflicto en la arquitectura de la memoria colectiva. A diferencia de la memoria individual, que a veces falla por causas biológicas, la memoria social es un "archivo" deliberado, un constructo que las sociedades diseñan y defienden para justificar su presente. El acto de recordar es, en su esencia, una elección polÃtica. La pregunta no es si recordaremos o no, sino quién decide qué recordar y, más importante, qué está programado para el olvido.
El núcleo de este dilema reside en que la memoria colectiva no es un reflejo pasivo del pasado, sino una reconstrucción activa que se produce y se mantiene en marcos sociales especÃficos. Estudios recientes de psicologÃa social, como los presentados en la Universidad Pedagógica Nacional sobre las aportaciones de Jorge Mendoza, afirman que "el lenguaje construye memoria y el silencio fabrica olvido". Este hallazgo subraya la noción de que la historia, lejos de ser una verdad monolÃtica, es un campo de batalla donde diferentes grupos compiten por imponer su versión de los hechos. Esta batalla se manifiesta de forma tangible en los monumentos controvertidos. Un estudio de 2022 publicado en el portal Estudios Urbanos vincula directamente el derribo de estatuas de colonizadores o generales confederados con movimientos sociales como Black Lives Matter. Estos actos de "memoria insurgente" buscan borrar la narrativa hegemónica y abrir espacio para una historia más inclusiva y menos idealizada.
La era digital ha exacerbado esta dinámica. La investigación de Adolfo Baltar-Moreno en 2022, publicada en la revista Icono 14, ha demostrado que las redes sociales se han convertido en nuevos "lugares de memoria". En estos espacios, los ciudadanos, a través de la fotografÃa y el diálogo en lÃnea, construyen narrativas del pasado que a menudo entran en conflicto con las versiones oficiales. Un ensayo más reciente, publicado en la Revista Asamblea Digital en febrero de 2025, advierte que si bien las redes ofrecen herramientas para conservar y compartir recuerdos, también nos hacen depender de ellas y distorsionan lo que recordamos, exponiéndonos a una sobrecarga de información que nuestro cerebro no puede procesar. La verdadera sabidurÃa reside en comprender que el olvido social no siempre es un accidente; a menudo es un acto deliberado de poder. En este nuevo ecosistema, la alfabetización histórica debe incluir la capacidad de discernir entre la memoria construida y la amnesia programada. Solo asà podremos aspirar a una historia que no sea solo un eco del poder, sino un verdadero reflejo de la pluralidad humana.
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